7.10 Despedida (2)

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Finalmente, la tribu de tigres se marchaba, Avis estaba feliz de no tener que verlos más, vistió un traje amarillo y los despidió en la entrada.

El príncipe Dor le agradeció personalmente – mi tribu está en deuda, espero que algún día podamos pagarle.

– No se preocupe, fue un honor para mí servirles – por supuesto que iba a cobrarse, ¿qué creyeron?

Después del príncipe, la princesa corrió de prisa – hermana, si algún día necesitas algo no dudes en buscarnos y si quieres hacerlo antes de la próxima luna llena, será el mejor momento, no lo olvides, te estaré esperando – siguió gritando mientras su hermano la llevaba como costal de papas – hermana.

El ruido y el escándalo se iba.

O así se veía.

El príncipe dejó caer a su hermana y afiló sus garras cortando una flecha por la mitad antes de que tocara el corazón del señuelo que estaba sentado en la silla de ruedas, una segunda flecha fue lanzada y Liam la sujetó con la mano a pocos centímetros del rostro de Avis.

Todo pasó en un par de segundos, demasiado rápido para que la gente común pudiera verlo y lo bastante sorprendente como para impresionarlos.

– Nos iremos ahora, fue un placer señora Esmeralda – se despidió el príncipe una vez más y dejaron el salón, alertas a cualquier ataque.

La piel de Avis se erizó – ya puedes bajar eso, no me gustan las armas.

Liam bajó la flecha que atrapó en el aire y volvieron al interior del salón.

Los siguientes días fueron más tranquilos, se podía sentir que era la calma antes de la tormenta y ya que era la calma, Avis volvió a llenar su piscina y se dio un baño para relajar los músculos.

Era tan divertido estar en el agua, más que mariposa se sentía como un caballo de mar, bostezó y se deslizó sobre el agua cerrando los ojos solo por un momento antes de quedarse dormido.

El agua que entró a sus pulmones se sintió pesada, extendió las manos sujetándose de cualquier cosa que estuviera a su alcance y salió de la piscina para toser. El objeto del cual se sujetó, era su guardaespaldas – de ahora – tosió otra vez – en adelante no tendrás salario.

– Va a doler un poco – le dijo Liam antes de sujetar su cintura y presionar con fuerza obligándolo a sacar toda el agua que había tragado.

Avis creyó que moriría y lo último que necesitaba era a su guardaespaldas tocándolo – pervertido, suéltame.

– No lo haré, no puedes bañarte solo, es peligroso.

– Me he bañado solo por diecisiete años – hizo mal sus cuentas, cuando era un bebe lo bañaba su madre, pero no quería entrar en detalles – no te necesito.

Liam se negó a soltarlo – te prometo que no miraré, solo déjame estar presente cuando te bañas.

Por un breve momento, Avis recordó que se sintió adormilado, perdió el sentido de su cuerpo y resbaló, cuando despertó trató de salir y ese hombre ya estaba ahí – llegaste muy rápido, estabas mirando, pervertido, solo porque eres feo y no puedes conseguir una mujer decente, ve y págale a quien se deje.

En lugar de ser liberado, Avis se sintió aprisionado.

– Tu problema, ¿es qué piensas que soy feo?

– No, no soy tan superficial – tal vez lo era un poco, definitivamente si el hombre bajo la máscara era atractivo estaría menos ofendido – intentas engañarme, si fueras apuesto no estarías usando una máscara.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora