6.23 Fiesta (1)

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La entrada al salón tenía una larga alfombra, con la puerta de la limosina abierta Nicolás no tuvo otra opción, salió cuidando no golpear su cabeza por los nervios, esperó un momento y tomó la mano de la señora Denys para escoltarla.

El largo vestido rojo con una abertura en la pierna derecha y el abrigo eran muy llamativos, de inmediato varias cámaras giraron hacia ella y el joven que la acompañaba.

En su próxima visita a su espacio, Nicolás buscaría cualquier objeto que lo volviera invisible.

El camino hasta la entrada se le antojó eterno, después miró las mesas con comida, una fuente de chocolate, esculturas de hielo, cortinas con bordados de oro, la vista de la piscina con una pequeña cascada y el exceso de personas vestidos como en una gala – ¿qué se supone que haré aquí? – dijo en voz baja.

– Mantenerte a mi lado como un pequeño y lindo caramelo – le acomodó el cuello de la camisa.

Nicolás ladeó la cabeza – estás, planeando algo y me están dando escalofríos.

– Tranquilo, no va a dolerte.

Instintivamente buscó a Sebastián con la mirada, lo encontró junto a la piscina, vestía una camisa rojo oscuro y un traje gris, a su lado se encontraba un joven muy alto y delgado con ropa casual que incluía una camisa semitransparente gracias a la cual, Nicolás tuvo una perfecta vista del arete que colgaba de su pezón derecho.

Y él se sentía ridículo, por lo menos nadie veía a través de su ropa.

– Presidenta Denys, es un gusto que haya podido venir.

– Un chico apuesto me invitó, no podía negarme – respondió la señora Denys y abrazó a Timothy para darle un beso en la mejilla – déjame presentarte a Nicolás Bailey, él es quien te hablé, cualquier oferta que tengas, puedes consultarlo con él – lo abrazó y lo lanzó al matadero como un conejo maniatado.

Así debió sentirse Sebastián cuando le ató las manos y los tobillos.

Timothy tragó saliva, su gesto de enfado era muy obvio – es un placer conocerlo, señor Bailey.

– También es un placer.

La última vez que se encontraron, estaba usando solo una camisa y salía de la habitación su mejor amigo, Nicolás pensó que no había peor forma de dar una primera impresión, resultó que no era el caso.

– Disfrutaré del vino, diviértanse – se despidió la presidenta Denys.

Nicolás tenía una expresión que decía, ¡pensé que éramos amigos!, en cuanto a la expresión de la señora Denys, decía, ¡negocios son negocios!

– Me preguntaba cómo hizo mi padre para conseguir la cuenta de Brisa de Mar, así que, además de Sebastián, mi hermano y la presidenta Denys, ¿con quién más te acuestas?, es solo para estar preparado y no toparme con otro de tus amantes.

Nicolás sintió que un balde de agua fría era vertido sobre su cabeza, su mano se apretó con fuerza y de nuevo miró hacia Sebastián con el chico mal vestido casi colgado de su cuello, Timothy Holt era su amigo, lo bastante como para darse cuenta de que había cambiado el código de su departamento, ellos no eran simplemente compañeros de trabajo, eran verdaderos amigos. No podía golpearlo.

– La presidenta Denys es un cliente importante, y tu hermano es mi jefe, con Sebastián voy muy en serio.

– Y parte de tu plan es arruinar su carrera, estoy conmovido.

En la memoria de Nicolás, Timothy era un niño muy pequeño que siempre tenías las rodillas raspadas, golpes en la frente y los ojos llorosos, hubo una vez en la que fue él quien le ayudó a limpiar la sangre de sus heridas. No sabía lo que había pasado desde entonces, pero claramente ya no era ese niño.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora