4.3 Eres como yo (2)

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Cincuenta hombres en total, treinta de ellos usaban arcos, diez más usaban espadas y los diez restantes no habían mostrado sus armas, todos ellos actuaron como guardias evitando que Tai escapara.

El uso de una alarma podía considerarse un poco exagerado, Damon sabía la importancia de mantener su espacio oculto y nunca usaba sus objetos de manera descuidada, pero ese era un caso especial y la disfrazó con mucha astucia.

- La serpiente chillona de la que habló el maestro es como la describió, capaz de detectar cualquier presencia.

- Como se esperaba del joven amo.

Tai escuchó las palabras ¡serpiente chillona!, y apretó los dientes, su plan era asesinar a los guardias y dejarlos en su posición para que nadie notara su presencia, robaría la lengua de dragón delante de ellos y la usaría para alimentar a su dragón, una vez que completara los requisitos para despertar el brazalete de la perdición, lo usaría para asesinar a Damon Lea Amenfor.

Ese plan fue arruinado, pero no importaba, encontraría enemigos dignos más adelante con quienes podría probar el poder de su brazalete, en cuanto a matar a Damon.

No tenía problema alguno.

Treinta flechas fueron lanzadas, Tai levantó su espada y la agitó en el aire cortando todas las flechas y emitiendo una gigantesca onda de energía que golpeó las rocas e hizo que los hombres retrocedieran, usando esa cantidad de poder para encargarse de unas cuantas flechas, probó su capacidad y su sangre fría, miró a los hombres que lo rodeaban como si fuera hormigas y sonrió – ninguno de ustedes es rival para mi poder – saltó fuera de la roca dragón con la espada en alto y se lanzó contra el hombre que parecía ser el líder.

Angus dio un paso atrás sin la menor intención de enfrentarse a ese hombre.

La espada de Tai bajó y golpeó contra un objeto duro, en el espacio entre Angus y Tai, la figura de Damon apareció con una espada afilada de empuñadura plateada, llevaba los lentes, lo que lo hacía lucir extraño para esa época, pero su presencia se dejó sentir mientras detenía un golpe que debió cortar las rocas por la mitad.

¡Era imposible!

Tai retrocedió y Damon se levantó, hizo una seña hacia su espalda, los arqueros bajaron sus arcos y todos retrocedieron dejando el área de la roca dragón como escenario de batalla.

Tai se sintió molesto, ese bastardo, ¿era tan engreído?, si hubiera usado a sus hombres habría tenido una oportunidad de escapar con vida, viendo que decidió pelear solo, su arrogancia sería su muerte.

La espada negra se llenó de energía, Tai la blandió golpeando con fuerza, Damon hizo lo mismo con su espada, hablando de fuerza la diferencia entre ambos debía ser muy grande, en la realidad, Damon respondió cada ataque y cada golpe como si fuera capaz de prevenir y anticipar sus movimientos, la formación rocosa dispareja tampoco fue un problema, por el contrario, usó las rocas para apoyarse lo que resultó en un ataque incesante.

La expresión de Tai fue cambiando, entre más fuerte golpeaba más fuerza necesitaba para contrarrestar el golpe que recibía, en ese escenario y en ese mundo él debería ser el más fuerte, pero la realidad era diferente y conforme la batalla continuó, la diferencia entre ambos creció hacia el extremo incorrecto.

Tai no sabía del error que había cometido, según sus cálculos Damon debería estar fatigado y cansado por el hambre, curiosamente, él mismo pasó varios días entre las rocas alimentándose de sus escasas provisiones y cortando hierbas de entre las rocas, el resultado fue que el único atormentado por el hambre era él.

Damon siempre tuvo a la mano las hierbas y frutos de su espacio.

La espada de Tai se introdujo en una grieta y quedó atorada, Damon se paró sobre la misma roca y lo miró con una sonrisa.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora