4.1 Príncipe pervertido

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Dos hombres peleaban a muerte sobre un suelo de tierra, el lodo y la sangre pintaban sus cuerpos.

– Repugnante – Minus se cubrió la nariz para evitar ver el espectáculo – joven amo, ¿no cree que es asqueroso?

Los ojos de su joven amo estaban fijos sobre el hombre alto de cabello negro largo y ondulado, cubierto de lodo, sudor y sangre, su vista se volvió demasiado atenta, a su derecha su sirviente Angus asintió con la cabeza – me encargaré enseguida, maestro.

Solo entonces Damon reaccionó, miró a su sirviente y agradeció tener a su lado a una persona capaz de entender sus pensamientos.

El coliseo era una gran construcción, orgullo del reino de Napas, los esclavistas traían a sus mejores hombres y estos peleaban por su vida mientras los nobles apostaban sus monedas, bebían vino e intercambiaban esclavos, un ambiente cargado de lujuria y exceso.

– Joven amo, ¿realmente debemos estar aquí? – el rostro de Minus se volvió pálido, estaba asqueado, jamás creyó ver tanta depravación junta, cuando miró a su joven amo se sorprendió al encontrarlo con un rostro indiferente, admiró su valor y se sintió honrado de servir a su lado, un alma pura sin depravaciones, Damon Lea Amenfor estaba destinado a ser un gran hombre.

Pocos minutos después, el sirviente que se marchó volvió, sobre su rostro había una gran sonrisa – maestro, hablé con el esclavista, me dijo que los esclavos no pueden tener dinero así que tuve que comprar su libertad, cuando el esclavo se enteró, estaba muy feliz, aceptó posar desnudo.

Los ojos de Damon se abrieron como platos y puso una mano sobre el hombro de su fiel sirviente – buen trabajo.

Minus cerró ojos y oídos, ¡su amo no era un pervertido!, ¡su amo no era un pervertido!, ¡su amo no era un pervertido!

Del otro lado Angus sonrió, cumplir los deseos de su maestro era un orgullo y conocía sus gustos, el primer tipo era de estatura media, cabello oscuro y largo, piel bronceada, apariencia desprolija y con cicatrices, el segundo tipo era alto, de cabello corto y castaño, ojos azules, piel blanca, barbilla cuadrada y un aire descuidado, el tercer tipo no respetaba estaturas en tanto tuviera el cabello negro y largo, los ojos oscuros y una actitud pulcra y elegante al mismo tiempo que descuidada, su maestro era muy específico, pero todos esos hombres eran indignos de pisar su sombra, por ello contrataron a un joven pintor que plasmaba sus cuerpos en lienzos.

Una llamada los alertó y la actitud de Damon cambió por completo, su porte estaba lleno de elegancia, levantó la barbilla y entró en la habitación para encontrarse a solas con un hombre sentado sobre un trono, en sus piernas una mujer le servía hincada sobre el suelo.

En cualquier otro reino, recibir a un invitado de esa manera se consideraría grosero y muchos se ofenderían, pero el rey encontró muy interesante el hecho de que Damon no reaccionara.

– Quinto maestro Amenfor, eh oído mucho de usted, algunos lo llaman, demonio, otros ángel, siempre me pregunté cuál de esos era el correcto – sonrió, en sus piernas la mujer soltó un gemido – aunque también hay otros que le dan otro título, ¿cuál era?, ah, sí, ¡ángel pervertido!, para ser honesto siento más curiosidad por el motivo detrás de ese título.

Damon se inclinó ligeramente mostrando sus respetos – Majestad, puede llamarme como guste en tanto me diga el motivo de mi presencia.

El rey Napas se río ampliamente y sujetó la cabeza de su amante – ya sabes el motivo, ¿qué hará tu clan al respecto?

El Clan Amenfor era conocido por no tener un territorio, se trataba de un grupo de hombres adoptados por el líder de su clan y cuidados como hijos propios, aceptaban trabajos bajo contrato y tenían grandes ejércitos, de entre todos, Damon era el quinto hijo y tenía una gran reputación, pero en los últimos años su clan había pasado algunas dificultades.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora