5.5 Renacimiento

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La secta Anura nunca fue de renombre y su influencia era local, no había grandes héroes que tuvieran sus orígenes en esa secta y fuera del continente nadie sabía su nombre, si acaso, la única mención representativa, era que mucho tiempo atrás, el jefe de la familia Alister ayudó a un poderoso mago de trueno y a cambio, el mago le obsequió una reliquia que le permitiría formar una secta.

El viento se volvió tranquilo, de izquierda a derecha solo había tierra negra y rocas, si Saki gritaba, nadie respondería y si guardaba silencio, nadie lo escucharía, por encima de su cabeza miró a las aves volando, después de varios minutos de silencio, se sentó sobre la tierra con las rodillas recogidas.

A su lado, inconsciente sobre el suelo, se encontraba Mina.

La explosión los atrapó y Mina fue golpeada, Saki no soltó su mano, hizo que ambos entraran a su espacio y la recostó sobre el suelo.

Durante dos horas esperó en completo silencio y cuando salió de su espacio, se encontró con ese escenario de desolación, lo que había sido un lugar ruidoso ahora estaba en silencio, los árboles que por tanto tiempo taló hasta que sus manos quedaban adoloridas, estaban destruidos, sus compañeros, sus maestros, los rostros que había visto cada día durante los últimos tres años y medio.

Todo se había ido.

El sonido de los pájaros y el correr del viento fueron sus únicos compañeros por un largo tiempo y en silencio espero a que Mina despertara.

Llegó el amanecer de la mañana siguiente, al levantar la mirada alcanzó a ver un reflejo verde agua, se talló los ojos y miró una vez más, la imagen se volvió más clara, se trataba de una mujer con un largo vestido verde, broches dorados en sus hombros sujetaban el vestido y una tiara plateada adornaba su cabeza.

– Mina – susurró mientras la movía – Mina despierta, Mina – siguió agitándola con fuerza, no sabía si debía regresarlos a su espacio y sus ojos lagrimaron.

Mina entreabrió los ojos y miró el cielo abierto y despejado junto con los pájaros, el temor de que uno de ellos le dejara un recuerdo la sobresaltó y se levantó de prisa – qué, cómo, dónde, ¿dónde estamos? – miró a Saki y él se aferró detrás de ella para protegerse de la mujer que se aproximaba.

– Ustedes deben ser los sobrevivientes de la secta Anura, es bastante impresionante que sobrevivieran – habló la mujer con gran autoridad y un toque de elegancia – muy impresionante – agudizó la mirada.

Mina tragó saliva, no se preguntó cómo habían sobrevivido y en lugar de eso agachó la cabeza para presentarse – puedo preguntar, ¿quién es usted?

La mujer sonrió – soy la anciana Eras, hace muchos años conocí al jefe de la secta, es una pena que no haya llegado a tiempo.

De inmediato Mina entendió que esa mujer, era el mago poderoso al que el ancestro de la secta le hizo un favor y gracias a eso pudo fundar la secta, si era el caso, esa mujer no solo había llegado tarde, se había retrasado por horas, como si ni siquiera quisiera tomarse la molestia.

En lugar de recriminarle, Mina hizo una reverencia – es un placer conocerla anciana Eras, mi ancestro habló muy bien de usted.

La comisura de Eras subió ante la actitud sumisa de Mina – has dicho ancestro, dime pequeña, ¿cuál es tu nombre?

– Soy Alicia Alister y este es mi hermano menor, Saki – los presentó a ambos.

Saki miró hacia arriba sin entender, esos no eran sus nombres, Mina lo sabía y había mentido a ojos abiertos sin inmutarse, quiso decir algo, pero ella lo evitó.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora