Estaba sentado sobre la mesa construida junto a la cocina y escuchó el sonido de los objetos que fueron empujados para hacer espacio, la sensación sobre sus labios era abrumadora y le mordió el labio inferior sin pensarlo, lo que encontró fue una sonrisa pícara.
Sin sentimientos.
Sin riesgos.
Sin complicaciones.
Su corazón latía muy rápidamente, los botones de su camisa fueron abiertos sin que se diera cuenta y la boca de Sebastián bajó hacia su cuello y se apresuró a su pecho, Nicolás dio gracias por eso, sentía que también tenía prisa, no quería un preámbulo como el de la noche anterior, quería simplemente darse la vuelta y pedirle que empujara en su interior con tanta fuerza como lo había hecho toda la noche.
– ¡Ah!
Caliente.
Cada vez que su lengua lo tocaba sentía que su piel se quemaba – de prisa – tiró de la camisa negra tratando de quitársela.
Sebastián se separó de él para liberarse de la camisa, Nicolás hizo lo mismo con su pantalón y bajó de un salto para apresurarse.
De espaldas con los codos sobre la mesa casi suplicó que la espera terminara.
Sebastián dio su palabra de hacerlo en silencio, pero no podía simplemente entrar en él sin prepararlo, se escuchó un sonido extraño y Nicolás experimento esa misma sensación caliente de la noche anterior, el gel con aroma frutal se vertió y él apretó los dientes – me preparé antes de venir.
Dos dedos se convirtieron en tres muy rápidamente probando que estaba preparado, Nicolás levantó la pierna queriendo golpearlo o aferrarse a él y obligarlo a hacer su parte.
Se escuchó una risa burlona.
Finalmente.
Su abdomen presionó contra la superficie de la mesa y casi gritó, lo que había pedido le fue concedido, Sebastián empujó todo el camino sin una pizca de consideración llenándolo por completo.
– Gracias.
No era la clase de persona que corría a buscar un hombre para pasar la noche, pero en ese momento lo necesitaba con tanta desesperación que se impacientó y empujó la cadera hacia atrás por su propia cuenta.
De nuevo esa sonrisa. Nicolás ya comenzaba a odiarla.
Una mano le sujetó el cuello y la otra la cadera impidiendo que se golpeara contra la mesa, ya no estaba ebrio y su vista no estaba nublada, la sensación era real, estaba de puntas sobre el suelo con la pierna derecha alzada sostenida con la mano de Sebastián, los sonidos llegaron a sus oídos, cada vez que la cadera de Sebastián se empujaba contra él, su pie izquierdo dejó de tocar el suelo, su peso descansó sobre sus antebrazos y sus piernas comenzaron a temblar, la posición era ligeramente incomoda y todo lo que quería era quedarse así para siempre.
Con cada empuje su cuerpo se sentía más caliente, el exceso de sudor en sus antebrazos hizo que resbalar, Sebastián lo sujetó por la cintura y le dio le vuelta para sentarlo sobre la mesa.
– ¡Mierda!
En esa posición, se volvía imposible no mirarlo.
La mirada incesante, las gotas de sudor bajando por su frente haciendo que los mechones de cabello negro se pegaran a su frente, los músculos de sus hombros cada vez que apoyaba los brazos y sus dientes apretándose, ese pequeño gesto hacía que su expresión se volviera intimidante, el corazón de Nicolás latió con fuerza.
¡Sin hablar!
Esa fue la promesa.
Los dedos de Sebastián se deslizaron por la piel de su abdomen formando una palabra, ¡relájate!
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No soy un virus, soy un acosador (primera parte)
RomanceDespués de invadir el sistema de un viajero de mundos, Dogo logró abrirse paso a un nuevo cuerpo y a una nueva vida. Esa nueva vida perfecta tiene un pequeño problema. - Por seducir al protagonista de esta historia y poner en peligro el mundo, voy a...