1.7 Príncipe Igno

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El desierto todavía ocultaba muchos secretos, se pudieron mantener en ruta, pero no avanzaban tan rápido como debían hacerlo y eso los tenía fuera de control.

En cuanto a Dogo, el desierto se sentía como un segundo hogar, avanzar durante la noche guiados por las estrellas y protegerse de las tormentas de arena era algo común. Lo que realmente le preocupaba era mantenerse lejos de Halcón, era la segunda vez que el sujeto invadía su privacidad y no quería que hubiera una tercera.

Dos días después vieron en el horizonte la ciudad a la que planeaban invadir, la gran Itmal, capital del reino de Urbón.

La vista era impresionante, a pesar de ser una ciudad en el medio del desierto era bastante obvio que no tenían carencias, era como mirar un gigantesco oasis, vegetación, edificios de hasta cuatro pisos, esculturas, una gran muralla protegiéndolos y un sistema de calles, desde el punto alto en donde se encontraban, la grandeza de la ciudad no pasaba desapercibida.

Entre los soldados de Dogo hubo sorpresa y expectación, en pocos días se estarían enfrentando a esas altas murallas.

Un día más tarde, los hombres de la princesa Limei unidos a los hombres del príncipe Igno aparecieron.

Parado sobre la arena con las manos en los bolsillos Dogo podía sentir la ira que emanaba del cuerpo de Halcón y le puso la mano sobre el hombro en un gesto amistoso – Relájate un poco, preocuparas a Limei – sonrió y regresó su atención al frente, entonces lo vio.

Figura alta, ojos oscuros, cabello largo y oscuro, cuerpo musculoso, piel bronceada, cejas ligeramente tupidas, pestañas largas, rostro cuadrado, manos grandes, cuando lo vio bajar del caballo y puso atención al tamaño de sus muslos tuvo que tragar saliva, Mierda, el tipo es apuesto, de reojo miró a Halcón y sintió un poco de pena por el sujeto, era atractivo a su modo y había ciertos rasgos similares.

¿Similares?

¿A quién quería engañar?, después de ver al príncipe Igno ni siquiera podía retener la apariencia de Halcón en su mente, el hombre estaba a otro nivel, irradiaba fuerza y seguridad mientras que Halcón irradiaba celos y frustración.

Limei ignorante de la situación caminó en dirección a Dogo – ¿Sorprendido? – él le respondió con una sonrisa – él es el príncipe Tadeo Igno, alteza, él es el hombre del cual le hablé, el General Ferdis Estanced, dirige el ejército del dragón negro – se detuvo un momento esperando que el príncipe dijera algunas palabras pero solo hubo silencio así que regresó su atención a Dogo – él y sus hombres se unieron a nosotros, el monarca ya aceptó la alianza.

– En ese caso, bienvenido príncipe Igno – la sonrisa de Dogo se desdibujó cuando vio el rostro de ese hombre llenarse de un gesto de desagrado, no parecía estar viendo a un General o a un aliado, de hecho, ni siquiera parecía estar viendo a un hombre, sino a un insecto al que quería aplastar, eso lo desconcertó un poco.

Limei llamó su atención – Nos quedamos con pocas provisiones, le dije al príncipe que podía acomodar a sus hombres, todos pertenecemos a la misma alianza – la forma en la que lo decía evidenciaba que a pesar de ser ella quien tomaba todas las decisiones todavía necesitaba que él las aprobara.

– Será un placer, Halcón, guía a sus hombres.

– Halcón es solo un guardaespaldas – dijo el príncipe Igno y por el tono de su voz Dogo sintió un escalofrío recorriéndole la piel – sería diferente para mis hombres sí el General en persona nos diera la bienvenida, les daría más confianza en esta alianza.

Dogo sonrió – fueron escoltados hasta este lugar por nuestra princesa, única hija del monarca, ¿no le parece que son bien recibidos? – el hermano en fuga no contaba, era más bien un aborto.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora