2.2 Compañero de Cama

857 166 38
                                    

– No dejes que se vaya.

Despertar de esa manera no fue agradable, Cedric corrió de prisa hacía el pasillo, en ese punto había un hombre esperándolo y al ver su rostro palideció, era el teniente Caster, Cedric podía ver toda su vida corriendo frente a sus ojos cuando fue golpeado por la espalda y su boca fue cubierta.

Media hora después despertó sobre una cama con las manos y los pies sujetos con cuerdas, frente a él se encontraba el teniente Caster con la camisa a medio abotonar y una bebida en su mano – eres hábil, por lo general no me toma tanto tiempo, debo gustarte demasiado, te esforzaste tanto por tener mi atención.

¿De qué mierda estás hablando?, de la boca de Cedric solo surgieron gemidos, se movió de prisa agitando brazos y piernas.

– Calma, calma, pronto podrás moverte cuánto quieras, entiendo que tengas prisa, pero iremos despacio, no quiero lastimarte.

No quieres lastimarme, bien, yo lastimaré tu trasero.

Su mano izquierda sujetó la cuerda que lo aprisionaba, la sujetó con mucha fuerza concentrándose en ese punto y pensando en el único truco de su vida, el teniente Caster caminó hasta la cama, colocó la copa sobre una mesa y comenzó a desabotonar la camisa de Cedric dejando un camino de besos.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco asquerosos besos.

Una lágrima bajó por la mejilla de Cedric, se aferró a la cuerda hasta que le produjo dolor y de pronto la cuerda desapareció, de prisa estiró el brazo, su mano no llegaba hasta la mesa, pero el teniente Caster estaba demasiado ocupado para notar que él se estaba moviendo, tomó su única oportunidad, acomodó su cuerpo hacia un costado, alcanzó la copa y la usó para enterrarla en el cuello del teniente Caster, el hombre gritó y la sangre los cubrió a ambos, Cedric se liberó de la cinta que le sujetaba la boca, retiró la cuerda de su mano derecha, las de sus pies y trató de dejar la cama, sintió una mano que lo sujetó de los tobillos y pateó al hombre con odio y saña.

Salió corriendo de la habitación y corrió a la enfermería, se encerró en una cabina y pasó la noche en una esquina con lágrimas en los ojos.

Por la mañana las malas noticias continuaron, Cedric fue citado en la estación central frente al capitán Harlock por el delito de herir a un superior, al momento de llegar y ver al teniente Caster con el cuello vendado y una expresión de felicidad, supo que era el fin.

– Piloto Meil, ¿estuvo en la habitación del teniente Caster la noche pasada?

– Capitán, el teniente

– Responda la pregunta – el guardia lo empujó al suelo.

– Sí, señor.

– ¿Hirió al teniente Caster?

– Lo hice, señor.

Era el final, iría a prisión, probablemente pasaría ahí el resto de su vida. Jamás encontraría al tigre de sus visiones.

– Capitán, tal vez mis acciones tuvieron algo que ver con el comportamiento del piloto Meil, él es un buen hombre y un gran piloto, creo que un justo castigo sería asignarlo a mi mando, cuidaré de él de ahora en adelante, corregiré su falta de respeto a la autoridad, solo deme la autorización – dijo el teniente Caster.

Cedric alzó la mirada y suplicó por su vida, lo que el teniente Caster quería hacer era convertirlo en un esclavo, sí estaba bajo su mando, lo que le hiciera sería legal, torturarlo, violarlo, todo estaría dentro de los límites, él ni siquiera podría quejarse.

El capitán Harlock lo miró durante algunos segundos, respiró ruidosamente y se levantó – todos fuera – la orden los impresionó – ahora – los guardias dieron la vuelta pensando que el problema se arreglaría más tarde, el teniente Caster dudó, todavía no le hacían justicia, en cuanto a Cedric fue levantado del suelo para sacarlo de la habitación – tú no.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora