7.15 Matrimonio

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7.15 Matrimonio

Sus ojos estaban vidriosos, miró a Liam y se dio cuenta de que amanecería con un ojo hinchado – lo lamento mucho – le habría gustado que la cama fuera más suave y así él podría hundirse hasta desaparecer, de todas las partes de su cuerpo su pareja predestinada tenía que mirar sus pies, era casi un castigo divino.

Liam se levantó con el ojo un poco adolorido y lo miró sentado con las rodillas recogidas, la última vez que miró esa imagen, Saki estaba dolido y con los ojos llorosos porque malinterpretó el regalo que quería.

En esa ocasión, no entendía lo que le pasaba, pero sabía que el problema estaba relacionado con sus pies, los mismos que Dogo se esforzaba por ocultar.

– No mires.

– No estoy mirando.

– Lo hiciste, bajaste la mirada, te vi.

Las manos de Avis estaban muy tensionadas, antes de lograr que soltara sus rodillas, lo besó empujando su cabeza hacia atrás muy despacio hasta que sus músculos se relajaron y se recargó sobre la almohada, su cuerpo era más pequeño que el de Nicolás y su piel más suave, tampoco era tan atrevido ni le pedía que lo hicieran todo el tiempo, pero la sensación cuando lo besaba era la misma, su forma de ser en esa reencarnación era más tímida.

– Tu ropa

Miró hacia abajo dándose cuenta de que no terminó de desvestirse por el golpe que recibió en el ojo y sonrió, Dogo odiaba ser el único desnudo. Terminó de desvestirse.

No hace mucho tiempo Avis pensó en vengarse de ese hombre por el robo de su primer beso y pensó en señalarlo y ridiculizarlo por ser pequeño, ahora estaba aterrado de que no fuera pequeño.

La mejor solución, ¡no mirar!

Su corazón estaba latiendo muy apresuradamente y solo podía adivinar los movimientos de Liam por el hundimiento en el colchón, lo sintió recostándose a su lado, acercándose hasta que pudo sentir su aliento sobre la oreja y los dedos que bajaban deslizándose sobre su clavícula con pequeños toques.

Se mordió el labio.

– ¡Ah!

Sintió una mordida en su hombro y el peso que cubría su cuerpo, con los ojos cerrados las emociones se duplicaban, abrió los ojos asustado y se encontró con un par de ojos amarillos en un tono casi dorado.

Veintidós años.

Dos años como Sebastián Saye para dejar todo el orden y veinte años de esa vida. Ese era el tiempo que Liam había pasado para que volviera a encontrarlo y quería abrazarlo lo suficiente hasta dejar en claro que no era un sueño.

Avis llevaba un tiempo mordiéndose el labio y Liam le separó los labios para evitar que dejara una marca, era diferente con el resto de su cuerpo donde se podían ver las pequeñas marcas de mordidas y chupetones – tú, ¿todo lo que harás será morderme? – se quejó Avis finalmente.

– Te extrañe por un largo tiempo.

– Acabamos de conocernos.

– Muy cierto – lo besó.

Avis lo abrazó y recargó la cabeza sobre el hombro derecho de Liam aferrándose con fuerza – por favor, hazlo pronto.

Había pasado un largo tiempo, pero Liam no quería lastimarlo, buscó la pantalla de su sistema colocándolo junto a la espalda de Dogo para que él no viera el momento en el que sacaba el lubricante, pero la idea de Dogo fue muy diferente.

Antes de que Liam pudiera sacar el lubricante o el condón de la tienda, Dogo lo abrazó con sus piernas y lo empujó hacia un costado de la cama sentándose encima de él, de nuevo se mordió el labio, esa fue su decisión, quería hacerlo tanto que dolía, se levantó despacio y con su mano izquierda se acomodó.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora