Las paredes se desquebrajaban cada vez que la reina araña golpeaba con sus patas y con cada golpe que él acertaba, ella lo golpeaba a él lanzándolo contra una oscuridad cada vez más pesada.
Las cortadas en los brazos de Avis quemaban y ardían, un hilo de sangre bajó por su frente.
– Quiero verlo – gritó la reina en un alarido – el ser demoniaco que destruirá este mundo, déjame verlo – la cabeza desencajada de la reina araña era atemorizante y sus palabras seguían resonando en su cabeza – sé que está ahí, el destructor de mundos, está ahí, yo lo escuché, dentro de ti, tal vez, tal vez deba abrirte para sacarlo, sí, eso funcionará, lo sacaré de tus entrañas para poder matarlo.
Avis escupió al suelo saliva con sangre – me gustaría, pero no aparezco seres imaginarios y estás comenzando a asustarme – respondió y aplaudió dejando que una capa de veneno se filtrara por el aire, la reina araña avanzó hacia esa nube de polvo y se detuvo antes de tocarlo.
No esperaba que funcionara, pero nadie podía culparlo por intentarlo, por lo menos tendría una pausa para recargarse en la pared y pensar en su siguiente movimiento.
– ¡Veneno!, no está bien, no deberías poder usar venenos, el conquistador de mil mundos – de nuevo habló a dos centímetros de su rostro, la forma en la que recorría esa distancia y aparecía a su lado era suficiente para darle un infarto a cualquiera – él lo entiende, él lo sabe.
– ¿Saber qué?
– Asesinas a uno para salvar a miles, asesinas a miles para salvar millones y asesinas a millones para salvar al mundo.
– ¿Qué fue?...
Todo se volvió oscuridad, la cueva, el techo, el ruido, todo desapareció y dejó un campo abierto completamente negro, en el otro extremo se encontraba una mujer joven y delgada con un largo cabello negro, tenía la mirada perdida y las manos sobre sus oídos.
Las voces, ¡nunca se detenían!
Los gritos que escuchaba todas las noches eran los de sus seres queridos al ser asesinados, lo escuchaba noche tras noche hasta que sus ojos se volvieron oscuros y pesados por el insomnio y cada noche ellos volvían, debía detenerlo y para conseguirlo, debía convertirse en la reina.
Para eso, la reina anterior debía morir y ella debía alzarse, así los protegería a todos, pero la serpiente de dos cabezas no apareció y cada año la reina se consumía, su poder disminuía, su juventud escapaba y su cuerpo se deterioraba, la única forma de salvar su mundo, era mantenerse con vida y para lograrlo, debía hacer sacrificios.
Entonces comenzaron los rituales, niños recién nacidos arrebatados de las manos de sus madres, sus vidas consumidas y sus pequeños cuerpos en las fauces de la reina araña. Todas esas vidas cortadas de tajo, todos los sueños destruidos. Si la serpiente de dos cabezas no aparecía, significaba que todos esos niños murieron en vano.
– Estas completamente loca, quieres una justificación, asesinaste bebes, niños inocentes que no podían defenderse y te dices que quieres salvar este mundo de mí. Si quieres ver una verdadera amenaza busca un espejo.
– Yo pienso que es muy astuta – habló una tercera voz en el lugar y Avis giró la cabeza hacia un gran árbol negro y una figura que goteaba fango.
– Genial, otro idiota – pensó Avis al dar la vuelta – ¿y tú quién eres?
– Es él – dijo la reina araña en un susurro y Sacer le sonrió.
– Soy la parte oscura de tu corazón – habló Sacer y caminó hacia él dejando un rastro de fango negro – todo aquello que no quieres que él vea, tus celos, ansiedad, odio, codicia y la sed de sangre que ocultas en tu interior – se acercó a él hasta que la distancia entre ambos fue de apenas algunos centímetros.
ESTÁS LEYENDO
No soy un virus, soy un acosador (primera parte)
RomanceDespués de invadir el sistema de un viajero de mundos, Dogo logró abrirse paso a un nuevo cuerpo y a una nueva vida. Esa nueva vida perfecta tiene un pequeño problema. - Por seducir al protagonista de esta historia y poner en peligro el mundo, voy a...