5.15 Dolorosa transmigración

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Saki visitó a los lobos negros, a diferencia de otras bestias, se había encariñado con ellos y los dejó para el final, apenas llegó se escucharon gruñidos, especialmente del alfa de ojos grises que siempre lo miraba con odio, solo que, en esa ocasión, no era a él a quien le gruñían.

Había una pelea.

Un reclamo por parte de otro de los lobos para convertirse en el alfa, al estar en un castillo atrapado Saki tenía muy poco entretenimiento, sin dudarlo se sentó y observó atentamente la batalla.

El alfa se defendió dando fuertes mordidas y su oponente respondió, el retador mordió la oreja del alfa dejando una marca y se lanzó sobre su cuello.

No había forma de ganar.

La visión de Saki comenzó a nublarse, sus manos se veían traslucidas y algo empujó su cuerpo hacia el frente separándolo de su cuerpo.

Cayó al suelo y miró el techo de la cueva, el dolor que estaba sintiendo era extraño, más que una herida, era una invasión, la entidad empujó con más fuerza, Saki se arrastró sobre el suelo.

La batalla terminó y el nuevo alfa se levantó vencedor.

Saki apenas podía pararse, de pronto sintió un tirón más fuerte del alma que lo estaba empujando, era su brazo derecho, había una marca, algo similar a un tatuaje con líneas que se cruzaban, nunca lo había visto antes y estaba seguro de jamás haber marcado su piel.

El dolor cesó.

El alma de Romeo fue expulsada de su cuerpo y rebotó en el único lugar posible, el lobo que acababa de ser asesinado, Saki se paró y corrió hacia el lobo que comenzaba a despertarse, los otros lobos notaron que algo extraño había ocurrido y se apartaron.

– Vas a decirme quién eres y por qué querías entrar en mi cuerpo.

La cabeza de Romeo se ladeó con muchos signos de interrogación y su cola se agitó.

¡Cola!

Se paró y comenzó a girar para perseguir esa parte de su cuerpo que no debería estar ahí, luego miró sus patas y se sentó para revisar el espacio entre sus patas traseras. Su vista se sintió extraña, veía claramente en la oscuridad, pero algo era extraño en los colores.

¡Era un perro!

Todo es debía ser una extraña pesadilla.

– Vas a responder, ¿por qué querías entrar en mi cuerpo?

Sobre la cabeza de Romeo había un signo de interrogación, él jamás intentó meterse en el cuerpo de un hombre, ni hablar, no tenía esas inclinaciones, ese sueño se estaba volviendo muy extraño.

– Responde.

– Es un error, no lo hice – habló, pero todo lo que salió fueron gruñidos y ruidos extraños, su sueño, en verdad se había vuelto muy anormal.

Saki miró al lobo y comprendió que no podía comunicarse con él, aunque era muy claro que el lobo era inteligente, abrió un portal y sacó una rama de una pila, luego buscó un sitio donde la tierra fuera suave.

Romeo siguió al chico extraño y experimento lo que era caminar en cuatro patas, era un sueño muy raro.

– Aquí – lo llamó Saki – puedes escribir aquí, ¿cuál es tu nombre?

Romeo miró la tierra y luego la rama, estiró su pata para tomarla y descubrió que no podía hacerlo, en lugar de eso la atrapó con el hocico e inclinó la cabeza para escribir su nombre.

– Romeo – leyó Saki – ya veo – su nombre no le decía mucho, salvo el hecho de que su alma era humana – bien, mi nombre es Saki Alister, es un placer conocerte.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora