7.12 Viaje incomodo

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Para alguien acostumbrado a dormir en cojines suaves, la madera era incomoda y el vaivén de la carreta muy molesto, en los primeros diez minutos se movió de un lado al otro una y otra vez, miró el techo de la carreta, usó sus brazos como almohadas, se sentó, se recostó boca abajo y todo eso, en solo diez minutos.

Su visión del futuro nunca le dijo que el viaje sería incómodo.

La carreta se detuvo, Avis se levantó y Joan también, no habían salido de la ciudad de Mitra, era demasiado pronto, los dos miraron la entrada y la gruesa cortina fue abierta.

Liam subió cargando tres cobijas, acomodó la primera en el costado izquierdo y la segunda con mucho mayor cuidado, dobló un extremo para formar una almohada y tendió la tercera cobija más delgada encima – será un viaje largo – explicó antes de volver a bajar y pasar a la parte del conductor.

Muy lentamente, Avis se arrastró hacia la cobija, no era tan suave como su sillón o su cama, pero era mejor que la madera, tampoco arreglaba el vaivén de la carreta, solo mejoraba un poco su estancia.

Se escuchó una sonrisa apagada y Avis fulminó a Joan con la mirada.

– Lo lamento, mi señora.

Avis rodó los ojos – solo lo acepto porque tengo sueño, no hay otra razón – miró hacia el frente de la carreta y se recostó, lamentó en su corazón que la cobija fuera tan cómoda.

Su pareja predestinada debía ser tratada con rudeza, así pagaría por tardarse tanto en aparecer, si le daba las gracias o se mostraba muy sumiso ese hombre haría lo que quisiera con él, ya lo había visto meterse a su baño sin permiso y sí se descuidaba le robaban otro beso.

Ese hombre se tomaba muchas atribuciones, debía entrenarlo para que aprendiera su lugar.

Que era

A su lado, pero no encima de él, había una gran diferencia.

Recordó su salón y suspiró, inicialmente pensó en poner un negocio, ganar dinero, contratar a un grupo de mercenarios y enviarlos a las tribus del sur para conseguir la técnica de las tinieblas.

Sus visiones le mostraron que ese plan no tenía futuro, así que usó el método de Helian, curar al líder de la tribu y así conseguir un pase a las cuevas.

Por eso abrió un salón de relajación, curó a extraños y conocidos por igual gastando una gran fortuna de su espacio, más que ganancias, lo que consiguió fue sirvientes y tiempo de experimentación, pensar que la familia Sant quería quitarle su negocio porque estaba ganando dinero, esas personas, ¿entendían el comercio?, en solo tres meses lo poco que ganó apenas pagó lo invertido en las reparaciones, convertir ese edificio en un salón con piscinas, ¿creían que fue barato?

Pero tener ganancias nunca fue su objetivo, lo que estaba esperando, era la gratitud de la tribu de tigres. Suspiró y se acomodó entre las cobijas.

La distancia hasta el territorio del sur donde vivían las tribus de zorros, tigres y leones, era de cinco días, en el primer día de viaje se detuvieron a un costado del camino y Liam encendió una fogata.

La luna brillaba en el cielo, se acercaba el día de su ceremonia y todo lo que había preparado se quedó atrás.

Liam fue a buscar comida y Avis miró su ropa, tenía un hábito de bañarse dos veces al día, no le gustaba el aroma de su sudor.

– Mi señora, ¿usará uno de sus vestidos?

– Después.

– Al señor Liam, parece gustarle esa ropa.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora