2.19 Unión

637 110 5
                                    

Cedric creyó que había visto suficiente terror en el mundo para una vida, se dio cuenta de que estaba equivocado.

No había nombre para la raza que ahora era usada como ejército del Kraken ya que no pertenecía a esa galaxia, bastaban con ser denominados como insectos o bichos y la flota decidió usar el segundo nombre.

Los bichos eran criaturas aterradoras, en tierra eran veloces, usaban la totalidad de sus diez extremidades para impulsarse, podían correr muy rápido y saltar grandes alturas, sus seis brazos terminaban en puntas que enterraban atravesando cualquier tipo de material, su piel también era gruesa.

Después de varios análisis se determinó que las armas que se usaban para el combate cuerpo a cuerpo tenían una posibilidad del 75% de atravesar la piel de los bichos, lo que les daba una idea de lo dura que era su piel, por desgracia, ese porcentaje bajaba cuando se consideraba su velocidad, lo único que podían esperar era que sus números fueran tan altos que les fuera imposible esquivar los ataques al no tener espacio para moverse, esa táctica solo funcionaría por un tiempo.

El riesgo más alto estaba en la cola de los bichos, la cola de los machos tenía una sola punta con una púa mientras que la cola de las hembras se dividía y usaban ese conducto para dejar a sus crías. Siendo bichos pequeños, eran más atemorizantes de lo que cualquier bicho en etapa adulta podría ser.

A lo largo de sus vidas esas criaturas pasaban por varias transformaciones, por ello cuando nacía no eran más largos que un dedo meñique y su aspecto era más parecido al de un ciempiés, no tenían la piel dura, no tenían la velocidad, lo que eran, solo gusanos que no sobrevivían a menos que encontraran un ambiente cálido y húmedo, el interior del cuerpo humano era perfecto para eso.

El mayor riesgo al enfrentar a esas criaturas devoradoras de mundo no era su ferocidad, cuando eran liberadas comenzaban una matanza y eventualmente se detenían, analizaban el ambiente y comenzaban a soltar a sus crías, los gusanos buscaban seres vivos, usaban sus patas delanteras para abrirse camino dentro de la piel y anidaban alimentándose de sangre y tejidos hasta alcanzar su segunda transformación cuando se desprendían del cuerpo que ocupaban junto con la piel y carne, durante ese tiempo segregaban una toxina que mantenía viva y caliente a su presa, padeciendo un inmenso dolor.

Cuando las descripciones comenzaron a aparecer en la pantalla, fue demasiado para el estómago de la mayoría, la única buena noticia, era que los bichos no usaban trajes espaciales ni sabían usar armas, en tanto los barqueros no cruzaran la atmosfera del planeta, deberían estar a salvo.

En tanto lo consiguieran.

Cedric siguió leyendo mientras imaginaba la situación – los planetas pantano son mayormente agua.

– Y cada pez en el planeta tendrá una de sus crías al final del día – completó Jora – la buena noticia es que, si nos alcanzan en la base que está construida sobre el agua, no nos preocuparemos por morir de hambre, estaremos muertos.

– Tú, ¿estás jugando?

– Mantiene mi mente ocupada – Jora se encogió de hombros mientras sus dedos se movían por la pantalla en lo que parecía ser un juego de realidad virtual enfocado en un entorno previo a la modernización – este es mi personaje favorito – un monje apareció en la pantalla – da consejos totalmente inútiles y no puedo matarlo porque es un maldito npc – siguió presionando los botones.

Era reconfortante pensar que alguien en la base se divertía.

El ambiente afuera no era tan amable. Todos trabajaban arduamente para formar una barrera impenetrable en la órbita del planeta, hubo quien aconsejó usar asteroides como última defensa por lo que ahora los traían desde planetas vecinos y los colocaban alrededor del planeta.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora