5.32 Ángel demoniaco

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Los ojos de Saki se ensancharon, esa noche ya se había encontrado con un personaje de su pasado y misteriosamente el segundo aparecía de golpe, por desgracia

Negó con la cabeza, eso no era lo importante – ¿sabes qué pasó aquí?, ¿hubo algún herido? – estaba preocupada por Elliot y por su hermana, ninguno podía herirse, no quería eso – por favor.

La mano del mago Larin a quien Saki había apodado ¡Note!, extendió su mano y le sujetó el cuello – ¿crees que todo esto es un juego? – gritó – no tienes idea de cuántos años pasé buscando la habitación exacta, la ruta correcta, el plan perfecto para distraer a todos los estorbos mientras yo tomaba el mayor tesoro del castillo dorado, todo para que un imbécil como tú lo robara.

Saki quería responder, pero no podía hacerlo, le dolía la garganta, el agarre sobre su cuello se fortalecía impidiéndole respirar, las manos de Saki se movían desesperadamente golpeando el brazo de Larin y sus pies luchaban en el suelo.

Larin lanzó un alarido por la rabia contenida y aligeró su agarre permitiéndole respirar – si te mato ahora – una daga apareció en su mano – tomaré lo que me pertenece.

Saki se sintió aterrado, no quería tomar lo que no le pertenecía, lo hizo porque no tuvo opción, fue la única idea que tuvo para reparar su jardín privado, si no lo hacía su alma sería dañada y él moriría.

– Si no quieres morir, devuélvemela.

No había precedentes para un espacio que existiera en el interior de un cuerpo en lugar de un objeto y Larin no estaba seguro de poder tomarlo después de matarlo, por esa razón usó la manipulación, sabía que, con un poco de presión, él se la entregaría.

Saki era esa clase de persona y para permitir que le respondiera, aflojó el agarre de su mano y sonrió esperando que él se rindiera.

– No puedo.

– ¿Qué dijiste?

– No me pertenece.

– Eso ya lo sé, es mía – gritó.

– No, las personas que estuvieron antes de mí y las que vendrás después – recitó – les pertenece a todos ellos, yo solo lo estoy usando temporalmente.

– ¿Qué?

Para Larin sus palabras no tenían sentido, tal parecía que iba a tener que probar suerte matándolo, su mano se aferró a la daga al tiempo que Saki cerró los ojos por miedo.

El viento sopló con fuerza y relámpagos negros emergieron de las manos de Saki, Larin tuvo que usar sus estadísticas de defensa para resistir el impacto y se alejó cayendo hasta el primer piso, en la parte superior Saki permaneció en la misma posición en la que estaba con las manos aferradas a su collar y los relámpagos extendiéndose hacia las paredes cubiertas de hielo.

– ¡Qué demonios!

Larin sabía que Saki era un mago de fuego con atributo espacial, jamás imaginó de fuera un mago dual de fuego y trueno, pero, aunque lo fuera, no era rival para él, saltó de vuelta al segundo piso y fue rechazado por uno de los relámpagos, lo intentó una vez más creando escalones de tierra y formó una esfera de fuego para destruir a Saki y a la casa junto con él.

El fuego golpeó la pared consumiendo una gran parte y dejó un espacio circular justo donde estaba Saki de pie, Larin tomó la daga y se lanzó al frente, su cuerpo estaba cubierto con magia de rayo de un tono blanco azulado y la daga en su mano se enterró en la piel de la palma izquierda de Saki.

El chico que solo corría para defenderse había extendido la mano izquierda y detuvo el golpe usando su piel como escudo.

Larin se sorprendió, pero lo más sorpresivo, era la mirada que notó en el rostro de Saki, sabía que se trataba de la misma persona, él estuvo ahí todo el tiempo, era imposible que alguien hubiera hecho un intercambio, además, el cabello, los rasgos de su rostro, el color de piel, la palidez por haber estado en el castillo dorado por cincuenta años, no había error alguno, se trataba de la misma persona.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora