2.18 Revelaciones (3)

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A la mañana siguiente Cedric abrió los ojos, de nuevo su ropa era diferente y su cuerpo había sido limpiado, se golpeó la cabeza con fuerza y se cubrió con la almohada, tal vez así su vergüenza se borraría.

No, no funcionó, seguía sintiendo vergüenza – idiota, idiota, idiota.

– No seas tan cruel contigo mismo – escuchó una voz burlándose.

– ¿Cómo sabe que no hable de usted?

Liam lo encontró divertido y lo sacó de la cama – no has terminado los tatuajes y Axel quiere verte – vio la cara de desconcierto de Cedric – recuerdas al niño de piel azul que encontramos ayer.

– El príncipe – de pronto los sucesos del día anterior llegaron a su cabeza, hasta ese momento se había estado concentrando en lo que sucedió durante la noche ignorando el verdadero problema – tengo que ir a verlo – salió corriendo de la cama y recordó que estaba en ropa interior, se cubrió – mi ropa.

Liam señaló el mueble donde guardaban la ropa que era donde cualquier persona sensata buscaría y le acarició la cabeza al marcharse para darle algo de privacidad.

Al salir, sintió algo pesado sobre su pecho, ¿Cuándo fue la última vez que se encariño con un ser de esos mundos?, recordó a Dogo, el pequeño virus de su mundo anterior sonriendo mientras lo miraba comer y le juraba que lo seguiría, ese pequeño fue testarudo hasta el final, Cedric era diferente, demasiado inocente para el mundo que lo rodeaba, quería protegerlo.

Una sensación desagradable lo cubrió, jamás se quedaba demasiado en esos mundos, siempre se marchaba después de cumplir la misión y era más importante en ese mundo que en otros, porque en esa ocasión estaba usando un cuerpo prestado, cuando él se marchara, la conciencia de Maximiliano Harlock despertaría y entonces Cedric

– Demonios.

No quería dejar a Cedric con ese hombre, tenía que detenerse, estaba jugando un juego peligroso que no tendría ganadores.

Cedric salió de la habitación aseado y peinado, su pequeño rostro de piel verde bajo ese cabello negro lucía diferente, podría ser el peinado o el hecho de que no estaba usando el uniforme de manera tan recatada como acostumbraba, o tal vez era algo más.

– Vamos – Cedric lo jaló del brazo para que se moviera.

La prisión en la que estaba el príncipe Dion se sentía fría, las paredes y los muebles eran blancos, incluso su ropa, su piel azul resaltaba escandalosamente, afuera el Almirante miraba la pantalla sin atreverse a entrar, por el estado desarreglado de su ropa, pasó así larga parte de la noche, miró a su viejo amigo y después al pequeño Cedric.

– Kraken atacó tres planetas anoche, uno de ellos era importante para el congreso, una especie de recurso minero del que no tengo autorización se encontraba en ese planeta y ahora esperan que yo pague por las pérdidas – sonrió.

– ¿Cuántas víctimas?

– Cientos de millones, les pedí que evacuaran y me aseguraron que el planeta estaba deshabitado, que no había qué evacuar, pensaron que el Kraken pasaría de largo y seguiría su camino sin detenerse en un planeta que era solo una roca caliente – siguió mirando la pantalla – esa cosa sabe lo que está pasando y no quiere decirlo.

Cedric se sintió culpable – él no puede hablar, se comunica

– Eso ya lo dijiste, él te toca y pone, pone esas imágenes en tu cabeza – Axel se negó a compartir las imágenes que vio cuando él tocó su cuello, la sangre de su cuerpo ardió al recordar la forma tan vivida en la que tomó el cuerpo de ese chico y lo golpeó contra la pared mientras lo forzaba, en esa imagen el príncipe estaba usando esa misma ropa blanca. Sus manos se apretaron – ¿cómo es que una criatura que anticipa el futuro no prevé su propio secuestro?

– Él lo vio, Almirante, hay algo que no le dije – Cedric respiró profundamente y confesó, aceptó haber sido tomado como esclavo por la nave del Kraken y convertirse en un marcador, después, un día, el príncipe fue llevado a su estación, su deber era grabar el tatuaje de sumisión en la nuca del príncipe usando la sangre del Kraken, no era la primera vez, lo había hecho miles de veces, pero cuando el príncipe tomó su mano, le mostró la salida de ese lugar, su escape a la libertad, todo lo que tenía que hacer, era alterar el proceso de marcado. Guardó un poco de silencio antes de confesar que lo hizo, tiró la sangre e hizo un tatuaje solo con tinta, en todos esos años desde que él dejó el navío, el príncipe Dion había sido un hombre libre, sí durante todo ese tiempo el Kraken no lo descubrió, era porque el príncipe debió fingir hasta convencerlo, todo es espera de ese momento.

Axel sintió un estallido en su mente – la habilidad de ver el futuro, me estás diciendo que este hombre en verdad puede hacerlo.

Cedric asintió.

– Los planetas que el Kraken destruirá, la fecha en la que llegará, la ruta, todo, él puede verlo.

Los ojos del Almirante le recordaron a Cedric las palabras de Dion, una raza capaz de ver el futuro, en ningún universo estarían a salvo.

El almirante regresó la vista a la pantalla – sí él miente, todos podríamos morir.

–Incluido él – intervino el capitán Harlock – ¿desde cuándo te comportas como un niño llorón?, la respuesta a tus preocupaciones te cayó del cielo y estás más asustado que un gato de su reflejo, ¿qué sí miente?, ¡Ahora no eres capaz de notarlo!, sé un hombre y deja de perder mi tiempo.

Axel no podía decir sí se sentía molesto o humillado, tampoco podía explicar la causa de sus emociones tan encontradas, decidió sacar una botella pequeña del interior de su bolsillo y beber el contenido de un trago – vamos, pero te quedarás de este lado de la celda, esa cosa es muy fuerte, no confío en sus habilidades.

– Estrella del norte, lago de Luz y Príncipe Dion Esmeralda – Cedric respondió – no es una cosa, Almirante, es una persona y tiene nombres.

– Bien, Dion – de ninguna manera llamaría a una persona con esos nombres tan extraños, arbitrariamente eligió el más normal.

Mirando en la pantalla, el príncipe seguía sentado sobre el sillón mostrando un rostro inexpresivo, al salir de la habitación, caminar unos cuantos pasos en el pasillo, permitir el acceso y abrir la puerta, lo vieron de pie contra la barrera con la palma de la mano extendida, esperando por ellos.

Producía calosfríos.

Cedric estiró su mano izquierda y la colocó sobre la barrera en la misma forma que hizo Dion, al ver eso Liam alzó una ceja.

– El Kraken llegará aquí, necesito la fecha exacta – preguntó el Almirante.

– Tres días, siete horas, cincuenta segundos – respondió Cedric leyendo los números que aparecieron en su cabeza.

El Almirante tomó su tableta e ingresó el tiempo, en poco tiempo un gran cronometro apareció en las pantallas principales de la base, así como una notificación en las tabletas de cada persona, era el tiempo que tenían antes de que el desastre los alcanzara.

– Su ejército, ¿a qué nos enfrentamos?

Cedric no recibió la respuesta, su mente estaba vacía, abrió los ojos algo confundido y miró al frente, al ver la mirada del príncipe Dion era claro que intentaba disculparse, ¿por qué?

La imagen apareció, no solo eso, lo barrió, las imágenes fueron tan vividas que Cedric se fue de espaldas, habría golpeado duramente el suelo de no ser por el capitán Harlock que lo sostuvo.

El Almirante lo interrogó con la mirada.

– El Kraken renovó su ejército, los soldados siguen siendo sus tenientes, pero ahora tiene unas criaturas extrañas, tienen, tienen seis brazos o lo que sea que sean esas cosas y cuatro patas y una cola larga, la piel es verde, está acorazada y la cabeza tiene forma triangular, su voz, su voz es muy aguda, te penetra los oídos y sientes que van a estallar.

Una tableta fue puesta frente a su rostro mostrando una imagen muy parecida a lo que acababa de ver – es esa cosa.

– No son cosas – se vengó el almirante Axel – son monstruos.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora