2.17 Revelaciones (2)

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La respuesta a la pregunta de su alma.

Cedric ni siquiera sabía que su alma tenía una pregunta, era la primera vez que escuchaba algo sin sentido como eso, bajó la mirada y se preguntó por qué las cosas eran de esa forma, su vida era tan simple un par de meses atrás, ¿por qué se complicó tanto?, no podía con las cosas complicadas y esa complicación incluía a toda la galaxia, no había forma en la que pudiera manejarlo.

– Tienes miedo, es normal.

– ¿Traicionarás a la flota?

– No – el príncipe respondió con tranquilidad, no se tomó demasiado tiempo y tampoco lo hizo rápidamente, fue una repuesta sencilla, en cuanto a su honestidad, Cedric no tenía forma de saberlo, los sandues eran videntes, era todo lo que sabía de ellos.

– ¿Quieres vengarte del Kraken?

– No.

El príncipe le sonrío y siguió mirando las flores – por años mi raza aconsejó a todos los mundos de la galaxia, desde el momento en que sus naves llenaban nuestro cielo, mi raza supo qué tipo de consejo necesitaban, ellos también supieron que no escucharían nuestros consejos, la inteligencia viene con un precio muy alto, hay codicia en todas las razas, ellos no venían aquí con el fin de detener la guerra, lo que querían era el método para ganarla, las muertes no importaban, en tanto salieran victoriosos – hubo nostalgia en su voz.

Cedric buscó un lugar para sentarse.

– El Kraken es solo una entidad inevitable – señaló el cielo, las nubes se apartaron y un rayo cayó del cielo abriéndose paso en la tierra, fuego cubrió el horizonte – este futuro nunca cambiaba, lo único que cambiaba era la persona que lo provocaba, a veces era una mujer, a veces un hombre, a veces tenía tentáculos o piel verde.

De inmediato Cedric se sintió atacado, en el horizonte la visión de fuego desapareció dejando solo flores.

El príncipe se mostró tranquilo – la identidad del monstruo no importaba, este siempre fue nuestro destino, una raza capaz de ver el futuro, estamos condenados en cualquier universo, éramos demasiado peligrosos, dirigentes querían poseernos o matarnos para que sus enemigos no nos poseyeran. Nunca hubo un futuro en el que sobreviviéramos.

El viento cubrió las flores, Cedric recordó que el príncipe Dion era el único sobreviviente de su especie, Kraken destruyó todo el planeta y solo lo dejó vivo a él, los sandues eran una raza que amaba su planeta, jamás lo dejaban, sí alguien quería un consejo, debía ir a su planeta, lo que significaba que cuando el planeta explotó, la totalidad de su raza estaba ahí – lamento

–No importa, los sandues han muerto, soy su único sobreviviente y no planeo tener hijos, cuando muera, mi raza tendrá un hermoso final – se levantó y lo miró acunando el rostro de Cedric con cierta ternura – tu raza ha muerto, eres su único sobreviviente y no tendrás hijos, cuando mueras, los Adox podrán descansar, puedes sentirte tranquilo, tendrás una hermosa muerte que iluminará el cielo y tu nombre será recordado.

Cedric se alejó y cayó de espaldas.

Viéndolo desde arriba Dion giró para regar un grupo de flores diferentes – no tengas miedo, la muerte llega para todos.

Eso no significaba que quisiera saber sobre su muerte – alteza, cuando logre lo que quiere, yo seré libre.

El príncipe Dion pareció guardar sus pensamientos, miró al joven a su lado y sintió un poco de pena, en todos los futuros de esos mundos, Cedric era una existencia extraña, inusual, una rosa roja plantada en tierra donde solo crecían pequeñas flores amarillas, era imposible que no resaltara para un ojo observador, el motivo de su presencia, ni siquiera él lo conocía, solo podía saber que no se debía a la casualidad sino a una maldición, y mientras él estuviera atado a ella, jamás sería libre – así será – mintió.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora