5.18 Esclavo

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La dirección que estaba escrita en la nota era un edificio con grandes cortinas negras y símbolos con dos estrellas dentro de un corazón, una más pequeña que la otra, muchas personas estaban apostadas en el jardín y Saki buscó a quien se veía más amable – buenas noches, un buen hombre me dio esta tarjeta, dijo que podía trabajar esta noche – internamente pensó en los cincuenta mil que lo regresarían a casa.

La mujer miró la tarjeta y le sonrió – por supuesto, dime, ¿cuál es tu nombre?

– Saki Alister – se presentó.

– Lo anotaré, por lo pronto ven conmigo, los empleados deben entrar por la parte de atrás.

Tenía mucho sentido, Saki no tuvo dudas y detrás de él, Romeo se mantuvo a la expectativa.

La entrada trasera era pequeña y seguía por un corredor largo, la mujer eligió una habitación al azar y los tres entraron – antes de empezar, déjame verte.

La túnica negra cubría todo el cuerpo de Saki y la capucha hacía que fuera difícil ver su cuello y el collar de perro que Note le puso, si fuera de otro modo, él sería reconocido fácilmente, por eso la cantidad excesiva de ropa, quitando la túnica, quedaba una camisa café que solía ser blanca, y un pantalón azul desteñido.

– Jovencito, ¿cuándo fue la última vez que te bañaste?

Saki usos sus dedos para contar, pasó tres días asimilando el espacio, se quedó dormido cinco, salió del castillo y vagó por otros tres días, al final le faltaron dedos para contar y sonrió – muchos.

La mujer se mordió los labios – no puedes trabajar de esa forma, los clientes se desmayarán.

Saki levantó el borde de su camisa para oler y deseó no hacerlo.

– Haré que te preparen el baño y te traeré ropa limpia, ¿te parece?

– Si, muchas gracias.

– No tardo, puedes quedarte aquí mientras.

Saki tenía una gran sonrisa en el rostro – te lo dije, son amables.

Romeo se cubrió los ojos con la pata delantera, se debía ser muy inocente para no darse cuenta de que había algo extraño en esa casa, gruñó y señaló la puerta, luego señaló a Saki y el sillón.

– Bien, esperaré aquí mientras investigas – se sentó en el cómodo sillón, tenía tanto tiempo sin dormir en una superficie suave, por años su cama fueron dos cobijas y cuando hacía demasiado calor, terminaba durmiendo en el piso.

La puerta se abrió y varias mujeres entraron – por aquí, joven Alister.

Las personas eran en verdad amables, a diferencia de Romeo que era un mal pensado, Saki salió de la habitación y entró a un baño con una gran tina cubierta de pétalos de rosa.

– Primero debes quitar el exceso de – no quiso decir ¡mugre! – tierra con esto y cuando termines te meterás a la tina, si necesitas ayuda.

– No, puedo hacerlo solo, muchas gracias – había un límite para la amabilidad, Saki era un buen chico y no quería aprovecharse de las personas, así que comenzó a quitarse la ropa, se desató el cabello y miró todos los productos y aceites con aroma.

En el castillo dorado ni siquiera tenía jabón, solo se metía al agua y se frotaba.

Tal vez por eso debía bañarse todos los días.

Suspiró y probó todos los productos.

A diferencia de la cantidad de personas que había en el mercado durante el día, por la noche el lugar se volvía ruidoso y concurrido, era imposible pasar por la calle sin tropezar y eso estaba sacando de quicio a Note, un hombre alto chocó con él y al ver su diminuto tamaño lo empujó.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora