6.44 Familia

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Leo tenía un aspecto desaliñado y seguía mirándose en el espejo.

– Exactamente, ¿cuánto tiempo vas a quedarte aquí? – le preguntó Nicolás

Leo y Elías pelearon de nuevo, lo sabía porque cada vez que eso pasaba Leo anidaba en su casa, años atrás no había problema, podía soportarlo incluso cuando su excusa era desparasitarse, pero había llegado a una edad en la que ya no entendía sus pleitos, vivían juntos desde una década atrás, era obvio que eran una pareja, ¿por qué no podían estabilizarse en lugar de seguir actuando como adolescentes?

– Serán solo unos días, cuando él deje de ser tan obstinado.

– ¿Qué pasó ahora?

Leo dejó el espejo y se lanzó sobre el sillón – fui a hacerme un examen de próstata y descubrí que había un médico nuevo bastante joven, y es completamente normal pedir que te atienda un doctor confiable, no hice algo malo, admito que tal vez me arreglé un poco más de lo normal y le tomé una foto porque quería recomendarlo, pero eso fue todo, fue un simple examen, Elías es más importante para mí.

– ¿Se lo dijiste?

– ¿Qué?

– ¿Le dijiste a Elías que es importante?

– Él lo sabe.

– Ajá, es bueno saber que Elías es el obstinado.

Tenía un problema.

Mirando las grabaciones de vigilancia descubrió a una mujer que se paraba en la entrada, miraba el portón, luego miraba hacia los costados, se quedaba ahí por veinte minutos y después se iba.

Primero fue una vez al mes, después una vez por semana y había llegado al punto en el que la veía cada tercer día.

¡Una acosadora!

No le gustaba y le preocupaba la forma en la que consiguió su dirección.

Dos días después la misma mujer apareció en la pantalla, en esa ocasión era en vivo.

Sebastián se paró detrás de él y miró la misma escena.

– Es la quinta vez en dos semanas, es una estudiante y no quiero llamar a la policía, así que pensé que podríamos

– Yo lo arreglaré – le contestó Sebastián antes de que él pudiera explicar su grandioso y muy elaborado plan.

– ¿Solo así?, ¿sabes lo peligrosos que son los acosadores?, podría tener una navaja multiusos en su bolsillo y tratar de lastimarte.

Sebastián dudó un momento con la mano en la manija de la puerta – pienso que los acosadores pueden ser lindos. Bromeaba, relájate, yo me encargaré.

Su tono de voz no le resultó muy convincente, volvió al escritorio y revisó los videos de las tres cámaras para no perderse un solo segundo, vio a Sebastián salir, a la chica acercarse a él y los vio tener una extraña discusión, la joven no se acercó demasiado y fue muy obvio que Sebastián la estaba rechazando.

La joven giró y Nicolás capturó la pantalla para analizar la fotografía más de cerca, la forma de su nariz, barbilla y las cejas estilizadas.

Sebastián volvió pocos minutos después – hablé con ella, no volverá a buscarnos.

Nicolás permaneció en silencio con la imagen en su monitor y suspiró – ¡tres hijas!, siempre que hablamos sobre tu familia dices lo mismo, tu padre se casó y tuvo tres hijas, nunca dices sus nombres ni quieres hablar de ellas – movió el monitor para mostrar la imagen del rostro de la jovencita que los visitaba – ella es tu hermana.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora