2.23 Reinicio

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En un espacio similar a una habitación, Dogo abrió los ojos.

– Tú, maldito bastardo, volviste a irte.

Dogo gritó enfurecido, pateó el banco a su lado, tiró libros, golpeó las paredes, sí las cosas a su alrededor no fueran valiosas las habría destruido.

– Me reconociste y aun así te fuiste.

Su berrinche duró algunos minutos, después de eso se sentó sobre el suelo a pensar.

Muchas cosas salieron mal en esa vida, para empezar, su mente se reinició, no recordaba ser Dogo o el general Estanced, todo su plan se fue a la basura.

¿Fortalecer su cuerpo?, ni siquiera pudo entrar a su espacio, solo envió cosas una y otra vez, el lugar parecía un basurero.

¡Mierda!

Pateó la mesa y una caja cayó al suelo, esa era la pequeña caja con tres pequeñas semillas, fue todo lo que quedó después de rescatar casi setenta planetas, miró las semillas y luego vio la tierra regada fuera de la jardinera, en una vida completa no regó ese lugar y muchas de las plantas estaban dañadas con hojas secas, ramas creciendo como enredaderas y volviendo a los muebles macetas.

La tierra junto a la semilla siguió ahí ocupando su mente hasta que se levantó de prisa y guardó las semillas de vuelta en su caja poniéndola en el lugar más alejado posible de la tierra, su suerte era tan mala que, si la semilla germinaba, ese lugar iba a colapsar.

Suspiró.

Su mayor ideal fue decirle a Liam que lo amaba, ni siquiera pudo recordarlo, tampoco pudo contarle su identidad, lo peor era que fue reconocido, su nombre Dogo salió de los labios de ese hombre y todavía decidió irse.

¿Por qué?

Desesperadamente comenzó a enviar energía al tatuaje en su brazo, no hubo mucha respuesta, tomaría tiempo, igual que la vez anterior, se dejó caer sobre la mesa y miró el techo, ¿Qué pasaba sí la historia se repetía?, ir a un mundo nuevo y renacer sin recuerdos, conocer a Liam, encontrarlo, amarlo, todo solo para perderlo una vez más.

¿Iba a poder soportar ese dolor?

Cuando decidió que lo seguiría, nunca pensó que ese sería su destino, se suponía que llegaría a otro mundo y comenzaría su búsqueda, lo encontraría, saltaría a sus brazos, le diría quien era y justo después lo golpearía por haberlo dejado en el mundo anterior.

Llenó sus pulmones de aire y gritó.

La cicatriz en su rostro había cicatrizado mucho tiempo atrás y todavía le dolía cuando abría por completo su boca, los recuerdos de su mundo se sentían distantes, las imágenes de su última vida eran más recientes y más vividas.

El rostro de Max vino a su mente, no el capitán Harlock, Max, el hijo que adoptó y al que abandonó con su muerte, los mensajes de Dion y los niños que él y el almirante adoptaron, Cedric era padrino de dos de ellos y les prometió visitarlos en su siguiente cumpleaños.

Tal cosa ya no iba a ser posible.

Su vida terminó.

Las personas no deberían sentarse a lamentarse por la forma tan trágica en la que acabó su vida.

¿Se arrepentía?

Lloró abrazando sus piernas, su vida fue dolorosa y tuvo muchos sinsabores, también pequeñas felicidades que adornaron esa vida y llegó a un puesto en el que todos lo respetaban, y todo eso fue logrado con su esfuerzo, en cuanto a Liam.

¡Ese bastardo se fue y lo dejó atrás!

No lo entendía.

Estuvieron juntos, se abrazaron, se besaron y de todas formas se fue, ¿no lo hizo bien?

Trago saliva y sintió miedo de su siguiente mundo, sin recuerdos, todo lo que tenía era la pequeña esperanza de que sus caminos se encontraran y cuando ese día llegara, no había garantía de que no sería abandonado de nuevo.

No acomodó los objetos sobre el suelo, tampoco prestó mucha atención a sus plantas, durante los meses que siguieron solo se recargó contra la pared, su alma durmió y descansó hasta que todos los recuerdos y seres queridos que fueron dejados atrás, se convirtieron en un pequeño y agradable recuerdo sobre sus parpados.

Adelanto del siguiente mundo

Un joven de cuerpo delgado y ropa oscura se sentó sobre la punta de una roca alta, de sus hermosos y ágiles dedos surgía una bella melodía, el sonido se filtraba en el aire, en la quietud del bosque, entre las rocas y el agua que bajaba por el arroyo no había sonido que le compitiera.

La hermosa melodía sería un deleite para los oídos y casi era un desperdicio que se encontrara solo junto a la cascada cuyo ruido competía con el sonido de flauta.

El viento sopló meciendo sus cabellos.

– Tío Seo – la quietud fue interrumpida por los gritos de una niña de cabello negro y largo que corrió de prisa y gritó hasta que el aire abandonó sus pulmones – Tío.

El sonido se detuvo, las aves volaron en señal de pérdida y el joven sonrió, volteó la mirada para ver a la hermosa niña de cabello rizado y ojos azules como un océano, ella sonrió ampliamente – tío, es tan hermoso, quiero aprender a tocar – la voz melodiosa de la niña habló y el joven no pudo negarse, ¿cómo podría hacerlo ante tan hermosa petición?, bajó de la roca y puso la flauta en manos de la pequeña, pero antes de que ella la tocara, él la apartó – Luna, ¿de verdad quieres aprender?

La niña asintió con la cabeza.

- Si quiero, si quiero – insistió.

– La música es una disciplina, no puedes abandonarla, debes entregarte a ella y la melodía se entregará a ti, solo entonces te dejará crear un sonido hermoso.

Los ojos de la pequeña se iluminaron, una vez más asintió, pero en esa ocasión su rostro estaba lleno de decisión, el joven sonrió y dejó caer la flauta sobre sus manos, la pequeña Luna tomó de prisa la flauta y colocó sus dedos que eran bastante pequeños.

Seo sonrió – la estás sujetando mal, tu mano debe ir así – tomo sus pequeñas manos y acomodó los dedos, encontró un poco de renuencia, mientras sus dedos se acomodaban, la niña miraba hacia arriba sin comprender.

Sus dedos quedaron acomodados y Seo retrocedió mirándola con una bella sonrisa satisfecha en el rostro.

La niña no sonreía – pero Tío Seo, tú no la usas así.

– Es porque yo soy diestro, en este mundo hay algunas personas que son muy especiales, son tan especiales que tienen que usar una mano diferente, por eso debes tomarla de esta forma.

La pequeña sonrió pensando en la palabra especial y puso toda su atención, sobre su mano izquierda.

- ¿Lista?, ahora

Luna sopló con toda la fuerza de sus pulmones provocando un sonido que lastimaría cualquier oído, Seo fue muy profesional al mantenerse junto a ella sin un solo gesto en el rostro, al ver que el sonido no se detenía, tomó la flauta de vuelta – antes de volver a soplar, tienes que aprender las posiciones de los dedos, hasta ese día, debes prometerme que no volverás a soplar, ¿de acuerdo?

Luna asintió.

Seo no estuvo muy convencido – promételo.

La pequeña se mordió el labio – lo prometo.

Sus dedos se movieron por la flauta con mucha emoción, finalmente aprendería a tocar tan maravillosamente como lo hacía su tío, mientras lo hacía, imperceptible a la vista humana, brillaba un tatuaje que cubría su brazo izquierdo con líneas delgadas y gruesas.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora