5.23 Convivencia (2)

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El momento para mostrarle los regalos que había comprado se perdió por causa del entusiasmo de Viola, Elliot resopló – Ella es una invitada, ¿ya comiste?, traje el postre.

Los ojos de Saki brillaron – todavía no – soltó a Viola y corrió a mirar los postres, luego notó el peluche y sus ojos se iluminaron – eso es

– Es para ti.

Saki se sintió muy feliz y lo abrazó, sin soltarlo miró los postres eligiendo cuál comería primero, por la diferencia de estaturas tenía que ponerse de puntas para hablar con Elliot y él le puso la mano en la cintura de manera protectora mientras hablaban, mirando de lejos, la sensación que emitían, era la de una pareja.

Viola inhaló con fuerza y se cubrió la boca, el ruido que hizo provocó que voltearan a verla y de prisa cambió el tema – Elliot dijo que podía quedarme a comer, espero no ser una molestia.

– No hay problema y le agradas al perro.

– Se llama Romeo – repitió Saki.

Romeo de prisa fue hasta donde estaba Saki y tiró de su camisa, rascó el suelo, señaló a Viola y luego negó.

– ¿No te agrada?

Negó rápidamente y salió de la sala con lágrimas en los ojos. Su gran amor estaba en el mismo mundo y él era un perro.

El único que no ignoraba el drama del pobre protagonista de ese mundo era Liam, él sujetó el brazo de Saki para evitar que fuera y relegó esa misión a Viola – es un perro muy tímido en presencia de extraños, tal vez si se acostumbra a tu olor deje de estar nervioso.

– Entiendo – dijo y dio un paso hacia atrás, pensó que Elliot la enviaba lejos para tener un momento de privacidad y sería una pésima creadora si no le siguiera el juego, caminó hacia el pasillo para buscar la habitación en la que Romeo había entrado e internamente se preguntó.

¿A su personaje le gustaban los chicos?

Saki miró a Viola irse y un vaso con lo que parecía flan con caramelo fue puesto frente a su rostro, abrió la boca y mordió el flan con todo y el plato porque sus manos estaban ocupadas con el peluche.

– No aprendas malos hábitos del perro.

– Es un lobo, ¿por qué dejaste que ella fuera?, a Romeo no le agrada.

– Podrías equivocarte.

Era posible.

– ¡Ah!, preparé algo de comer, ¿comemos?

Liam sonrió y le acarició la mejilla – me parece bien.

Viola empujó la puerta muy lentamente y descubrió al gran y enorme perro negro agazapado en la cama con la cabeza metida entre las sábanas, era una escena muy divertida y si tuviera su celular tomaría una fotografía, pensando en ello comenzó a reír en un tono suave y Romeo sacó la cabeza todavía con la sábana sobre su cuello.

La primera vez que se conocieron, Viola ni siquiera lo miró, una columna o una lámpara habría llamado más su atención, la segunda vez, lo confundió con un empleado de la biblioteca y le entregó sus libros.

Las siguientes ocasiones no fueron mejores y en un abrir y cerrar de ojos, ella se gradúo.

Le costó mucho esfuerzo descubrir en qué empresa trabajaba y fue todavía más difícil ingresar en el mismo departamento, cuando se reencontraron, quiso saludarla y ella usando un traje impecable y una mirada fría actúo como si jamás lo hubiera visto antes – espero un mínimo de creatividad de mis colaboradores, haz un buen trabajo y no tendremos que vernos.

Una lámpara habría tenido más éxito siendo recordada.

La única vez que ella realmente lo miró, fue cuando su proyecto fue autorizado en lugar del de ella.

Esa fue la primera vez que realmente lo miró a los ojos, grabando sus facciones como si quisiera recordarlas y a partir de ahí, Romeo buscó cualquier oportunidad para competir con ella.

Un rival, incluso uno que era odiado, era recordado.

– No te asustes, no soy mala persona – le acarició y rascó la cabeza – ¿te gusta esto?

Romeo se tendió sobre la cama queriendo cubrirse el rostro, nunca pensó que estaría feliz de ser un perro.

– Perrito lindo, ven, vamos a comer, te dejaré comer de mi mano si te portas bien.

La cola de Romeo golpeaba la cama mientras le lamía el cuello a Viola pensando que esa sería la única oportunidad que tendría en la vida.

– D, ¿todo bien?

Saki acomodaba la comida y Liam le ayudaba colocando los platos.

[Todo bien, pero, Anfitrión, tal vez quiera considerar cambiar las sábanas antes de dormir esta noche]

Romeo fue a la cama que tenía el olor a Saki para reconfortarse en lugar de ir a la suya.

En silencio, Liam consideró cambiar toda la cama.

La mesa estaba lista y los cuatro se sentaron a comer, aparte del pescado que Saki preparó, había otros platillos entre sopas, trozos de carne de cordero y vegetales cortados en rebanadas largas.

Saki tomó el pescado y lo colocó en el plato de Elliot con una gran sonrisa, mirando sus acciones, Viola estiró su mano para tomar un poco y Romeo la mordió.

– ¡Ah! – no había dolor por la mordida, pero estaba un poco confundida – creo que en verdad no le agrado – era la primera vez que un perro la rechazaba tan abiertamente.

Romeo estaba pasando una gran vergüenza, soltó la mano de Viola y comenzó a lamerla y hacer pequeños gemidos.

– ¡Aquí! – Saki no entendía porque Romeo estaba siendo agresivo, así que le dio un poco de pescado a Viola y así cambiar el humor.

– Gracias, iré a lavarme las manos, ahora vuelvo.

Elliot fue el primero en probar la comida, tomó un poco de pescado y tragó pesadamente – es, muy, bueno.

Saki estaba feliz y Romeo consideró que Elliot no tenía sentido del gusto.

Pocos minutos después Viola regresó y probó el pescado, la mordida de Romeo de repente quedó aclarada, el sabor amargo le hizo pensar que el pescado estaba pasado, se limpió con una servilleta y sonrió – pensándolo bien, Saki, ¿lo preparaste para Reikon, ¿no es así?

Saki asintió.

– Entonces estoy siendo impertinente – empujó su plato – aquí tienes, es todo tuyo – mentalmente se disculpó y pidió ayuda en un gesto suplicante.

Liam se limitó a aceptarlo y siguió comiendo.

La persona más feliz en la mesa, era Saki.

Los miembros del sequito de Viola se quedaron en una casa ubicada en el jardín de la mansión y pasaron mucho tiempo alertas a los movimientos de su señorita, para ellos, una mujer que era tan amada y respetada, no tenía qué estar en una casa rustica con un dueño de dudosa procedencia, pero no se podía arreglar, desde el principio el hada de la secta de agua hacía lo que ella quería.

Después de la cena y tras jugar un rato con Romeo, Saki se quedó dormido en una habitación diferente, abrazaba la almohada y entreabría los labios, pensó que bastaba con abrazar algo, pero el peluche no tenía un aroma tan relajante como la almohada de Elliot y la prefirió.

– Me gusta – dijo en voz alta refiriéndose al olor en la almohada.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora