4.8 Eres odioso

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– Si, soy diestro, cuando era pequeño quería ser ambidiestro para mejorar mis pinturas, pero fue un desastre y me rendí – sonrió y acomodó sus lentes.

– Ya veo.

– Alteza, no respondió mi pregunta, ¿por qué me eligió?

– Me recuerdas a una persona.

Lucios acomodó sus lentes, desde que se unió al ejército de Damon su visión mejoró inexplicablemente, pero usó sus lentes por tanto tiempo que se sentía extraño sin ellos – debe ser una persona importante.

– Lo es.

La única persona con quien tenía un lazo, Dogo lo siguió en tres mundos y estaba seguro que lo encontraría de nuevo, el problema era que, según la información del sistema, el alma de Dogo debía estar en mal estado, con cuidado se acercó a Lucios y cuando él giró, se topó de frente con el pecho de Liam.

Su apariencia era normal y su estado de salud no era grave, por el contrario, no había enfermedades o tendencia a padecerlas.

Lucios caminó de costado y siguió acomodando sus cosas – listo, de esta forma habrá espacio para ambos, usted dormirá de ese lado y yo de este.

El espacio era pequeño, pero fue acomodado muy inteligentemente, también, Lucios no intentó dormir con él o arrastrarlo a la misma cama.

Todavía era muy pronto.

El aroma de la carne asada no tardó en invadir la tienda, era un aroma inmensamente agradable que llenaba todos los sentidos, Lucios estiró los brazos y miró al príncipe – vamos, los soldados del joven maestro son como pozos sin fondo, si no nos apresuramos nos dejarán mirando.

Las palabras de Lucios no fueron una exageración, apenas se sirvió la comida todos los hombres se apresuraron, muchos de ellos usaban sus manos desnudas para arrancar piezas de carne del ciervo directamente del fuego dejando marcas de manos sudorosas.

Lucios torció la boca en una mueca.

Más adelante donde estaba el estofado la fila era muy larga y con la comida en brochetas el tiempo de espera también sería largo, Lucios se lamentó profundamente no estar entre personas civilizadas y agradeció tener al príncipe que lo llevaría por un camino más luminoso.

Liam se divirtió mirándolo, unos minutos después decidió que ya era suficiente, le tocó el hombro y le susurró al oído con el tono más suave posible – yo conseguiré la comida.

– No, espera – Lucios no tenía mucho tiempo de conocer al príncipe y desconocía sus gustos, no podía saber si él le traería una pieza de carne que fue usada para limpiar las manos de un soldado o una de las brochetas que se cayeron al suelo, no quería arriesgarse – hay otra forma, ven conmigo.

El único lugar donde se podía encontrar comida limpia y de buena calidad, Lucios lo sabía porque solía comer ahí.

La tienda de Damon Lea Amefor.

Minus se tomó su tiempo preparando los platillos, separando la carne desde que el carnicero hizo los cortes, tomando las verduras directamente de las canastas y cocinando en un lugar privado donde ninguno de los soldados podía poner un solo ojo, sin mencionar que, gracias a la velocidad del caballo de Angus, había queso y vino.

El festín digno de un rey, Minus estaba muy complacido.

Su satisfacción era muy diferente a la expresión apagada y fría de Damon que miraba a un punto en el vacío con la mente en blanco, para él, el olor de la carne, la estética presentación de la comida o la presencia de las botellas de vino, eran detalles sin importancia.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora