3.3 Transformación

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Luna estiró su brazo tomando el gran cuerpo a su lado, la sensación fue extraña, la piel era cálida pero no tenía la forma de sus sabanas y el suelo era muy duro, abrió los ojos y la sobresaltó la oscuridad.

– ¡Ah!

Entonces lo recordó.

A su lado, un gran y enorme dragón dormía en el interior de la cueva y ella acababa de usarlo como calentador, se reprendió a sí misma y se arrastró por el suelo, necesitaba encontrar la salida, le prometió a su madre que estaría de regreso, tenía muchas cosas que comprar previo a su boda, se maldijo entre dientes cuando golpeó su cabeza contra la pared, después de darse cuenta de que ese no era el camino, tocó a tiendas la pared para guiarse.

– Mi flauta.

Regresó sobre sus pasos, la flauta dorada debería estar cerca de donde se quedó dormida, tocó el suelo en cada punto entre el dragón y la pared, después dio la vuelta y siguió buscando, repitió ese patrón girando y dando vueltas sobre sus rodillas mientras sus manos seguían buscando.

No estaba.

Un mal presentimiento la sobresaltó, no era la primera vez que se quedaba dormida sosteniendo algo en la mano y ese objeto desaparecía misteriosamente, en su vida ocurrió un par de veces y en cada ocasión buscaba con desesperación hasta darse por vencida, el objeto se había ido.

Su rostro se ensombreció, la flauta de su tío, la flauta que tanto había deseado, ¿cómo era posible que la perdiera?, solo había pasado un día, tenía que ser mentira, tal vez sí seguía buscando la encontraría.

Se repitió esa frase, pero ya había lágrimas sobre sus ojos, sabía que no la iba a encontrar, estaba muy afligida, perder la flauta de esa manera y de forma tan rápida, todavía podía sentir el material en sus manos, el borde de los agujeros en sus dedos, las lágrimas cayeron al suelo.

Desde su posición, Tadeo vio a la niña que entró con él a la cueva caminar a gatas sobre el suelo de la cueva, sus ojos estaban más acostumbrados a la oscuridad y podía verla con claridad, pero no entendía sus acciones, la niña siguió caminando y emitió un quejido bajo, Tadeo levantó la cabeza, el quejido se convirtió en un llanto leve y después en un grito lastimero.

Retrocedió.

No sabía lo que había pasado, la niña no tuvo miedo de él cuando llegó, tampoco cuando entró a la cueva, ¿qué la hizo tan miserable?, rugió con fuerza alertándola de su presencia y ella volteó, su rostro estaba cubierto de lágrimas, sin más que hacer, Luna buscó al dragón con las manos y lo abrazó.

Las lágrimas corrieron desde sus ojos hacia las escamas del dragón que alejó la cabeza en actitud confusa, no entendía lo que le pasaba a la niña e intentó ayudarla, pero su estado consiente duraba muy poco, ese todavía era el mundo de castigo por haberse negado a entregar el cuerpo anterior, sin cuidado alguno alejó a la niña y comenzó a rugir.

El rostro de Luna todavía mostraba una actitud lastimosa cuando se dio cuenta de que algo extraño le sucedía al dragón, de prisa buscó su flauta antes de recordar el motivo de su llanto, se mordió el labio y se alejó.

Tadeo salió de la cueva y comenzó a rugir con fuerza, por momentos era él mismo mientras que la mayor parte del tiempo era una bestia enfurecida afectada por una maldición, su mente se volvía borrosa, su identidad como hombre, sus recuerdos, el objetivo de regresar a su mundo y la razón por la cual hacía todas esas misiones.

Todo desapareció, al levantar la mirada, solo fue un dragón sumido por el dolor.

El pecho de Luna subía y bajaba, logró salir de la cueva gracias a que lo siguió pero ahora que estaban afuera era capaz de darse cuenta del problema, los ojos del dragón, su forma de comportarse, él había vuelto a ser el mismo dragón que mató a los cazadores, se maldijo por haber perdido la flauta y corrió alejándose, sí regresaba a su casa podía coger su otra flauta, la que usaba antes de que su tío le hiciera ese regalo entonces podría tocar y calmarlo, era su única oportunidad, no entendía la razón pero no quería ver al dragón de esa forma, sentía que estaba perdiendo algo importante.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora