7.5 La tribu de tigres

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La princesa Nia

En sus visiones Avis apenas había terminado de acostumbrarse a la idea de una mujer junto a Helian, cuando ingresaron a la tribu de tigres para recuperar la técnica de tinieblas.

Para conseguir su pase a las cuevas Helian ayudó a curar al líder de la tribu usando los medicamentos del espacio de Avis y a cambio la tribu les dio un salvo conducto, especialmente la princesa Nia quien lo acompañó todo el viaje hasta su regreso con la técnica de las tinieblas.

Se marcharon y media hora la princesa los alcanzó y anunció que no descansaría hasta convertirse en la esposa de Helian.

A cualquier otra persona, Avis habría podido decirle que no, pero se trataba de la mujer que salvó la vida de Helian en las cuevas y no pudo negarse, fue así como la nueva adquisición se agregó al equipo.

En sus visiones, Helian le prometió que ambas mujeres serían sus esposas solo de nombre, pero ya que lo eran, una vida de celibato era injusta y tarde o temprano terminó durmiendo con ellas.

– Mi señora

Avis suspiró, él sanando al líder de la tribu de tigres era un evento que estaba destinado a suceder, él simplemente estaba eliminando al intermediario.

– Dije que los llevaran al estudio, no se retrasen, estaré ahí en un momento.

Terminó de vestirse y se mudó de habitación con un gran sillón y cortinas traslucidas para que pudiera quitarse la máscara, tocó una campana, para indicar que estaba listo y las puertas se abrieron.

– Mi señora – anunció Claudio y dejó entrar a un grupo de personas.

Dor iba a la cabeza, detrás suyo cuatro hombres cargaron la silla y la colocaron en el centro de la habitación mientras la princesa Nia se estiraba y daba brincos para ver a la misteriosa dueña del salón. Era pequeña, su cabello estaba muy alborotado, su ropa muy reveladora y su sonrisa era risueña – ¿es ella?, no puedo verla bien, ¿por qué se esconde?, ¿es fea?

– Mi señora es tímida – respondió Joan.

– No hay motivo para dar explicaciones, señora Esmeralda, me disculpo por el comportamiento inapropiado de mi hermana.

Tal y como sus ilusiones le mostraron, Dor Uri era la sensatez hablando, la parte fría de esa familia y el futuro líder de la tribu de tigres, en cierta forma también era la causa del comportamiento infantil de su hermana, siendo él quien lideraría la tribu y llevaría toda la responsabilidad, Nia sintió que nadie la necesitaba y nadie tenía expectativas en ella, si no daba esos saltos y gritos constantemente, nadie la notaría.

– No debe disculparse, me agrada la naturaleza honesta de su hermana.

Los ojos de Nia se iluminaron – ya me agrada.

– Señora Esmeralda, esperábamos que pudiera tratar a mi abuelo, si logra curarlo, aparte del pago merecido, la tribu de tigres le estará eternamente agradecida.

– Haré todo lo que esté a mi alcance.

Una vez que lo curara, estaría un paso más cerca de la técnica de las tinieblas.

Sentado sobre una silla y con la apariencia desgastada de un anciano se encontraba Cal Uri, líder de la tribu de tigres, padre de Dor y Nia y un poderoso guerrero en sus cuarenta con el pulso bajo, dificultad para respirar y líneas en las uñas.

Joan quiso acercarse y el príncipe la detuvo – señora, si no le molesta, preferiría que fuera usted quien lo atendiera, hemos venido de muy lejos y escuchamos de sus habilidades, no me sentiría seguro si delegara esa responsabilidad a un sirviente.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora