4.29 Escondite

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El ruido de explosiones y terremotos se volvió confuso para los guardias que vigilaban afuera del castillo, así como la vista de la tormenta que se formó en tan solo unos minutos y que ahora se asemejaba a un huracán, al mismo tiempo, se sabía que en el campamento afuera de la ciudad se libraba una dura batalla.

Todas esas alarmas, harían que muchos dieran un paso hacia los jardines para averiguar lo que sucedía, pero nadie, ni siquiera los oficiales o los miembros de las familias nobles, se movieron un solo paso, lo que estuviera sucediendo en el castillo, algo les dijo que no debían acercarse.

Quizá fue temor, quizá una señal relacionada con un mundo o quizá, el lamento de un alma en pena, lo que hubiera sido, salvó sus vidas.

Dentro del salón Sacer retrocedió hasta que su espalda golpeó una de las paredes agrietadas y la usó como impulso para su siguiente ataque, en sus manos, la energía ya no era colorida ni se asemejaba a un dragón, pero seguía siendo mortal y debilitaba la estructura del castillo – todos ustedes – sus palabras eran las mismas que al comienzo de la batalla – van a morir.

Damon rodó los ojos – este sujeto, no fue un buen orador, ¿cierto?

Liam le sonrío y sujetó la espada de Lava Negra, la línea del centro se encendió en un tono más vivo para detener el golpe de Sacer, a su lado Damon se negó a ser ignorado.

Tal vez, si uno de ellos hubiera llegado al salón, Sacer habría dominado la batalla, pero siendo ambos, la pelea se mantuvo como un gran empate.

De reojo Damon miró hacia arriba – date prisa – pensó.

Angus, Minus y Remus se dividieron el castillo, jardines, pasillos y habitaciones, en los jardines había que encender una antorcha para ver los cadáveres y luchar para que el viento no la apagara, en los pasillos bastaba con recordar qué lugares ya habían sido cubiertos y en las habitaciones había que patear muchas puertas.

Uno tras otro, Minus con una daga, Remus con una piedra y Angus con el puño, los corazones de los cadáveres fueron aplastados hasta que no quedó uno solo.

El grupo se reunió en la entrada y Angus fue el primero en entrar, al dar un paso se topó con un gran trozo del suelo que había sido levantado y que ahora parecía una pared, caminó hacia un costado y buscó a su maestro con la mirada para darle una señal.

Damon se congeló, miró a Sacer y negó con la cabeza, su mano izquierda se movió haciendo una línea recta y después bajó, no había terminado, no eran todos los cadáveres.

Angus giró y sujetó a Remus por el cuello de su chaqueta, confiaba en Minus, él podía ir por allí sin una gota de sangre en su vestimenta, pero sabía que no se presentaría hasta acabar con todos los cuerpos – ¿qué parte dejaste sin revisar? – lo acusó instantáneamente.

– No, yo no, revisé todo el jardín, los patios, los arbustos – miró a Minus en señal de auxilio – fui minucioso, como usted me enseñó.

– Entonces no revisaste bien – lo empujó.

La mano de Minus detuvo a Angus antes de que volviera al jardín, tal y como Angus había visto, en todo su traje no había una sola gota de sangre, también era el único que mantenía la cabeza fría – hay algo que no estamos considerando, ¿qué es lo que todo castillo debe tener?

Angus y Remus intercambiaron miradas, aparte de habitaciones, jardines, salones, tal vez – baños – respondió Angus.

Minus resopló – un calabozo.

El clan Amenfor no tomaba prisioneros, aquellos que eran atrapados tenían dos opciones, unirse o morir, era diferente en reinos progresistas y civilizados y todas las mansiones, sin excepción alguna, tenían una habitación en el sótano donde los criminales eran encerrados.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora