No soy un virus, soy un acosador (primera parte)

4.19 Prometida de oro (1)

La mañana que Damon despertó en los brazos de Liam fue extraña e inquietante, había dormido tan plácidamente, sentía que no quería despertarse y abrazó su almohada con más ahínco, casi al mismo tiempo la piel cálida contra su oreja hizo que sus ojos se agrandaran y muy lentamente levantó la cabeza para encontrarse con un par de ojos oscuros.

– ¿Por favor di que estoy soñando?

– No es un sueño.

Damon lo empujó para levantarse de la cama y su muñeca fue sujetada con fuerza, lo siguiente que supo fue que estaba recostado en la cama con Liam encima de él impidiéndole escapar.

– No te llamé anoche.

– Tampoco me dejabas verte, no me dejaste muchas opciones.

[Recordatorio: disculparse]

Liam maldijo al sistema antes de admitir que esa era su intención inicial, conservar su orgullo y ganar todas las batallas era basura comparado con tener a Dogo a su lado – lo que quise decir.

– Me, me elegiste

En la mente de Damon, por cada noche que él se apartaba, el príncipe iba a otra cama, pero la noche anterior no lo llamó ni solicitó su presencia y él se quedó a su lado toda la noche, sus ojos se volvieron vidriosos, ese hombre lo estaba usando, ni siquiera lo amaba y tenía otros amantes, todo su raciocinio le gritaba que debía alejarse, pero no le importaba, solo con verlo a su lado, todo lo demás podía ser lanzado por la ventana.

Su abrupta primera noche, la perdida de sus tesoros, su relación con Lucios, todo desaparecía, como si jamás hubiera existido, porque si él lo elegía, si él se quedaba a su lado, ¿qué importaba todo lo demás?, jamás dejaría que una nimiedad lo alejara.

Esa persona, debía perseguirla hasta la muerte.

– De verdad me elegiste – lloró lágrimas amargas.

Liam sintió que le apuntalaban el corazón, realmente lo había hecho todo mal y no sabía cómo enmendarlo, su mano acarició la mejilla de Damon y besó las esquinas de sus ojos probando el sabor de sus lágrimas.

– Te amo.

Dos cortas y pequeñas palabras fueron susurradas en el oído de Damon – ¿qué dijiste?

Liam lo besó.

Dos semanas después, el ejército de Damon acampó fuera del camino que conducía al reino de Lama, el terreno era abierto y amplio, las marcas en el suelo indicaban que no era la primera vez que se usaba como campamento, también había baños disponibles y algunas torres ya instaladas, facilitaría montar el campamento y reduciría el tiempo en pocas horas.

Demasiado bueno para ser verdad, individualmente todos adivinaron que se trataba de una trampa.

– De haber sabido que tu hermano nos daría una bienvenida tan buena, habría preparado un regalo, bien, coloquen las tiendas, quiero descansar y darme un baño – Damon saltó desde su caballo y olfateó un poco su ropa, apestaba a caballo, en días comunes eso no era un problema, pero últimamente estaba teniendo mucha actividad nocturna y debía estar siempre al tanto de su olor y limpieza, quería que el príncipe Galian lo oliera a él y no a Daro (su caballo)

Los sirvientes intercambiaron miradas, en acuerdo tácito, Angus fue el elegido para levantarse y decirle unas pocas palabras – maestro, este lugar es muy peligroso, sí nos lo permite, podemos buscar un sitio más apropiado.

– ¿Qué hay de malo con este?

Angus lanzó una mirada al terreno y miró las torres ya montadas – el rey podría enfadarse si lo usamos sin su permiso.