No soy un virus, soy un acosador (primera parte)

7.3 El comensal se ha ido

7.3 El comensal se ha ido.

La voz de Rebeca Sant era realmente hermosa y cuando entonaba una melodía era una dicha escucharla.

– Señorita, si usted da la orden, podemos encargarnos de ese joven grosero de la tribu de mariposas.

Rebeca resopló mientras terminaba de arreglar la caja con la hierba de mil ojos en ella – Galmo, no lo has entendido, ese joven puede parecerte grosero, pero ocupa un lugar importante en el corazón de Helian, no puedes tocarlo.

– Pero señorita.

– Ya he dado mi orden.

Meses Lauren, primo de Helian y amigo de Avis, se paró con los brazos cruzados mirando a su primo sostener el anillo de compromiso en sus manos como si se tratara de la reliquia de un ancestro muerto.

– Te preguntaría en qué estabas pensando, pero me preocupa más que hayas estado pensando.

Helian no quería escuchar sermones, pero sabía que lo merecía.

– Avis te pidió una sola cosa, que te mantuvieras alejado de la pelirroja, incluso dijo que no le importaba si no resultabas vencedor en la carrera o si dañabas tu fuente y te convertías en un lisiado, él te curaría, lo único que jamás perdonaría, era que te acercaras a esa mujer y tú llegas a la aldea de su mano como si se tratara de una exhibición.

– No sabes lo que pasó – habló en un tono ofuscado.

– Así es, no lo sé, qué te parece si me lo cuentas – se sentó a su lado más tranquilo.

Helian suspiró antes de responder – inicialmente no planeaba acercarme a la cascada, Avis dijo que sería allí donde la conocería, pero luego conseguí una pista, la técnica de las tinieblas, la que permite que los usuarios de oscuridad puedan controlar su poder, descubrí que está en posesión de la familia Sant y comencé a buscarlos, llegué al otro lado de la cascada, a través de una cueva, nadie me dijo que era pelirroja y no me di cuenta de que se trataba de ella hasta que la rescaté, entonces pensé, ¡debe haber muchas mujeres pelirrojas, no tiene que ser ella!

– Pero lo fue.

Helian se llevó las manos a la cabeza – su familia está en una situación problemática y su padre quiere casarla con un hombre que ella detesta, la única forma de ayudarla, fue convertirme en su prometido.

Meses comprendió el dilema de su primo, pero no lo justificó.

– Su padre no le entregará la técnica a menos que ella se case, y si no la conseguimos sabes lo que pasará con Avis.

– Entiendo tus motivos, pero, ¿ya lo pensaste bien?, ¿crees que esto lo hará feliz?, cuando descubra de qué modo obtuviste esa técnica va a tomarla y quemarla delante de tus ojos.

– Esperaba hablar con él y convencerlo de alguna forma.

– ¿Seguimos hablando del mismo Avis Orlan?, primo, pareciera que no lo conoces, él comería gusanos solo para demostrar que tiene la razón al decir que puede comer lo que sea.

– Es un chico muy especial – quien dijo esas palabras no fue Helian o Meses, sino Rebeca, ella llevaba la caja en sus manos y a pesar del toque de melancolía en sus ojos, su apariencia era muy delicada y hermosa – no quería escuchar su conversación, tampoco quería causar tantos problemas.

Helian se levantó para recibirla correctamente – esto no es culpa tuya.

Rebeca no se mostró muy segura – de qué sirve preparar la cena cuando el comensal ya se ha ido, salvaste mi vida y no es correcto que arruine la tuya como pago, este es mi regalo para tu padre, cuando consiga otro prometido le pediré a mi padre la técnica y la traeré para el joven Orlan – extendió sus manos para entregar un tesoro tan valioso, pero los ojos de Helian ni siquiera la tomaron en cuenta.