5.22 Convivencia (1)

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La luz del sol no entraba en la habitación de ventanas cerradas, el clima era fresco sin llegar a ser frío, la cama era suave y la almohada tenía un olor agradable que lo hacía sonreír.

Con todos esos factores, pasaba del medio día para cuando Saki abrió los ojos y descubrió que se encontraba bajo un techo de madera y había una tenue luz clara que no parecía provenir del fuego.

– ¿Dónde?

Los recuerdos se aglomeraron y se paró de inmediato, no había dormido tan profundamente en mucho tiempo, incluso había olvidado dónde se encontraba, lo encontró divertido y volvió a recostarse sobre la cama, podía quedarse un minuto más y a nadie le importaría, ¡era tan grandioso!

Algo golpeó y arañó la puerta por fuera, Saki se levantó y la luz se incrementó iluminando toda la habitación.

– Romeo.

Quien rascaba la puerta por fuera era Romeo y al mirar a Saki se sintió más tranquilo, la noche anterior sintió una vibra muy oscura que venía de Elliot y tenía miedo de que le hubiera hecho daño.

– ¿Dónde te quedaste anoche?, ¡ah!, mira, ven, la cama es muy suave – dijo Saki y volvió a lanzarse sobre la cama, el lobo se acercó muy lentamente, sintió el aroma de Elliot y retrocedió negando con la cabeza – sube, aquí.

De nuevo Romeo se negó.

– ¿Prefieres el piso? – se encogió de hombros – cierto, ¿recuerdas el mago del que te hablé?, el líder del grupo que estaba conmigo cuando entré al castillo, él es Elliot Reikon, es el nieto de la mujer que nos llevó a la secta de la Luna y es muy importante, él nos llevará de vuelta a casa.

Romeo recordó las conversaciones que Saki y él solían tener y ubicó rápidamente al mago que lo abandonó y dejó por cincuenta años en el castillo dorado, cada vez que Saki hablaba de él estaba molesto y lo culpaba, repentinamente ese hombre se había convertido en alguien confiable.

Gruñó.

– Fuiste tú quien no quiso subirse a la cama conmigo.

Romeo señaló la cama usando su nariz y nuevamente gruñó.

– ¡No te agrada!, es un poco arrogante, pero no es una mala persona, además, si todo sale bien será mi cuñado – sintió una punzada en el pecho y se llevó la mano al corazón – nosotros

Romeo volvió a gruñir y señaló una nota escrita sobre la mesa junto a la cama.

Saki no la había visto, la tomó y leyó – ¡Tuve un imprevisto!, ¡volveré más tarde!, ¡no me esperes para comer! – terminó de leer – ¿por qué lo esperaría?, puedo comer solo – luego miró a Romeo – ¿quieres ir a asaltar la cocina?

La respuesta fue la cabeza de Romeo bajando y subiendo varias veces.

La casa era muy sencilla, todos los muebles estaban en un lugar preciso maximizando el espacio y dando una sensación de profundidad, también era muy ordenado, no había adornos o recuerdos, la parte superior de los muebles estaba libre y en la sala no había más de dos sillones, uno individual y uno alargado.

– Joven Alister – escuchó que alguien dijo a su espalda y casi brincó.

– ¡Ah!, hola, estaba buscando la cocina, pero si es muy problemático

– No se preocupe, el amo pidió que le diéramos todo lo que necesitara, si quiere cocinar algo en especial, solo tiene que pedir los ingredientes, con gusto lo ayudaremos.

Jamás pensó en cocinar, era mucho mejor que otra persona cocinara, aunque tampoco se negó a la posibilidad, para empezar, ahora que estaba fuera del castillo, podía ir a una carnicería y conseguir carne en cortes sin necesidad de despellejar el animal por su cuenta o sacar los órganos ensangrentados.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora