5.34 Un sueño

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– Viola, ¡dios mío!, Viola, despierta.

El cielo antes abierto y estrellado se convirtió en un cielo luminoso con adornos que iban de un extremo al otro, se levantó muy lentamente y miró su ropa, sus zapatillas, su bolso, las sillas blancas y las personas rodeándola.

– Casi me matas de un susto.

Viola se levantó y las personas dejaron de mirarla y tomar fotografías, ella acomodó su cabello y se sentó, entonces miró a la mujer de cabello rizado – Mónica – repitió el nombre como si perteneciera a otra vida.

¿Podía un sueño durar años?

– Estuve a un segundo de llamar a la ambulancia, sí no sabes beber no lo hagas, dios mío – siguió mirando su celular – llamaré a un taxi y te irás a casa, no cargaré con esta responsabilidad.

Eran palabras muy crueles si las analizaba bien, ni siquiera por un momento, su mejor amiga le preguntó si estaba bien – Mónica.

– ¿Qué?

– ¿Qué tipo de mujer crees que soy?

– ¿Qué? – alzó una ceja.

– Con honestidad, no me molestaré, sí tuvieras que definirme, ¿qué dirías?

Mónica lo pensó por un minuto y bajó su celular antes de responder – ¿sin resentimientos?

– Lo prometo – levantó su mano derecha.

La boca de Mónica se torció en una mueca y desvió la mirada, decidía si toda esa actuación era una trama o Viola estaba siendo honesta – eres una narcisista perra egoísta que no trabajaría en equipo, aunque su vida dependiera de ello, piensas que eres la persona más inteligente en la habitación y la única con ideas creativas, no escuchas consejos y para ser honesta, eres buena, pero no tanto como imaginas.

– Vaya, aprecio la honestidad.

– Cuando quieras.

Quería decir que era mentira, pero en realidad esa era su personalidad, cuando enfrentó a Alicia Alister, si tan solo sus seguidoras hubieran intervenido, Romeo no habría tenido que sacrificarse.

Le era tan fácil dar órdenes cuando la única orden era ¡aléjate!, y le resultaba tan fácil asumir que podía encargarse de todo por su cuenta, si relegaba algún trabajo, no estaría bien hecho, por eso debía hacerlo todo ella sola, como Mónica dijo, no trabajaría en equipo, aunque su vida dependiera de ello.

Era bastante chocante saberlo de esa manera.

– Me quiero morir, Romeo está en el hospital, le dispararon – dijo Mónica con los ojos muy abiertos mientras miraba el celular.

– ¿Qué dijiste? – le arrebató el celular y miró la noticia, Mónica ya estaba tomando su bolso y sacando de su cartera dinero para pagar la cuenta – ¿qué estás haciendo?

– Voy ir a verlo, son una de sus compañeras de trabajo, necesita mi compañía.

Algo en sus palabras hizo que Viola se sintiera molesta, si eso era todo lo que se necesitaba, ella también calificaba y ¿desde cuándo su amiga era tan cercana a Romeo? – voy contigo – tomó su bolsa para pagar y la siguió antes de perder el taxi.

Después de que todo termino, sabía que iba a morir, quiso alcanzar la mano de Romeo y al mirarlo, descubrió un rostro y una mirada familiar – fue un sueño – repitió para convencerse.

Llegar al hospital no fue tan satisfactorio como Mónica esperaba, no se les permitió subir a la habitación por no ser familiares y se tuvieron que conformar con escuchar lo sucedido del grupo que había ido a beber con él, para colmo, ninguno se ponía de acuerdo en los eventos porque ninguno de ellos estaba con él cuando le dispararon.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora