6.5 Situación crítica

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– Sé que eres amigo del señor Holt y has hecho un gran trabajo con cosméticos Brisa de Mar, pero eso no significa que voy a tolerar tu falta de responsabilidad.

– En verdad lo lamento – se disculpó por la escena que provocó en la reunión después de haber llegado tarde.

Frederick Meison lo miró de reojo mientras golpeaba la mesa con la punta del lapicero y resopló – lo dejaré pasar por esta vez, el hotel Palacio canceló la reservación, supongo que sabes lo que significa.

– ¿Qué?

El salón del hotel Palacio era el sitio donde tomarían las fotografías para el catálogo de invierno, la fecha para las fotografías era en tres días, y repentinamente el hotel les cancelaba – pero, tendrían que pagar una compensación por incumplimiento de contrato.

– No parece importarles, ve allí y arréglalo.

Su semana no iba a mejorar.

El clima era caluroso y él no podía quitarse la sudadera de manga larga con capucha porque tenía marcas de chupetones que iban desde su cuello hasta su cadera, parecería que tenía sarampión.

Quería golpear su cabeza contra algo duro.

Media hora después llegó al hotel y caminó desde la entrada donde lo dejó el autobús hasta el estacionamiento, el hotel tenía un gran terreno y tendría que caminar por diez minutos bajo ese clima, le daban ganas de provocar una tormenta. Tono de celular.

– ¿Qué quieres?

– Quiero ir a Paris el fin de semana.

– Genial, quédate allá.

– Deja de bromear y paga los boletos.

Cada día su hermana era más encantadora – ¿Cuántos?

Silencio.

– Cuatro.

– ¿Habrá chicos?

– Por supuesto que los habrá, sería aburrido de otra forma, no seas tacaño, ¿quién crees que mantiene a mamá lejos de las aplicaciones para cita?, si no fuera por mí ya te habría abierto una cuenta en cada sitio y no todos son legales, básicamente te estoy salvando de ir a prisión o ser subastado para convertirte en juguete de un anciano millonario.

– Deja de ver televisión – suspiró – y pásame la información a mi otro número.

– Eres el monstruo más lindo del mundo. ¡Mua!

– Y tú la bruja más horrenda – rodó los ojos y buscó un lugar donde hubiera sombra, metió la mano a su bolsillo y sacó de su espacio un celular de color blanco que no tenía la pantalla rota, lo encendió y esperó un par de segundos hasta que llegara el mensaje de su hermana con la página con los boletos marcados, la reservación de hotel y cuatro corazones.

Pagó la cuenta y apagó el teléfono para regresarlo a su espacio.

El resto del camino hasta el hotel se sintió más pesado, dio gracias a dios cuando abrió la puerta y sintió el clima frío, necesitaba limpiarse el sudor del rostro.

– Necesito hablar con el gerente – mostró el formulario con su reservación y esperó en la sala de descanso.

La música era agradable, los colores, las plantas artificiales y la iluminación, le gustaba ese hotel y por eso lo eligió para el catálogo de invierno, había estado trabajando con ellos por dos años y jamás tuvo ese problema.

– Señor Bailey, por aquí.

La oficina del gerente le era conocida, lo extraño fue que, a diferencia de otras ocasiones, recibió una mirada fría.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora