No soy un virus, soy un acosador (primera parte)

5.8 Castillo dorado (3)

Para cuando Saki y Alicia regresaron, Elliot se encontraba en el suelo con una herida en el brazo derecho, Rango y Sieno estaban a su lado, no había señales de las mujeres de la secta Amatista.

– Ya era hora, salgamos de aquí antes de que nos congelemos.

Cambiaron al pasillo que estaba cerca de la entrada y de ahí pasaron a una habitación similar a un castillo de piedra después de un terremoto.

Alicia se apresuró a buscar un lugar para que Elliot se sentara y miró su herida con los ojos vidriosos – ¿cómo pudo hacerte esto? – sus dedos rozaron la herida y Elliot hizo una mueca de dolor – Saki, te di a guardar un medicamento para estos casos, rápido, dámelo.

Saki no recordaba que tal cosa hubiera pasado, pero sería difícil si le pedían un medicamento y él no lo entregaba, con mucho dolor sacó un frasco y lo extendió, luego se preguntó por qué Alicia no usaba su atributo de sanación.

Alicia no perdió el tiempo y extrajo una gran cantidad de medicamento a dos manos para untarla sobre el brazo de Elliot.

Mirando el preciado medicamento de su espacio desperdiciándose en el brazo de un imbécil como Elliot Reikon, Saki se sintió especialmente miserable.

El medicamento actúo rápidamente disminuyendo el dolor y cerrando la herida, el trabajo de Alicia era muy atento y cuidadoso, pero era una pena, Elliot no estaba prestándole atención, él solo podía pensar en las palabras de Mirella Dala antes de irse.

– Es la primera vez que la entrada del castillo dorado se abre antes de tiempo, sabemos que fue obra de la secta Roca Negra y tenemos una premonición, hace quinientos años un mago espacial de la secta quedó atrapado en las trampas del castillo y sus compañeros lo dejaron atrás, se creía muerto, hasta hace diez años, la secta descubrió que sigue vivo y que muy probablemente encontró un gran tesoro, nuestras sectas quieren que trabajemos juntos para encontrarlo, pero prefiero hacerlo a mi modo, darte esta información, ya se puede considerar como cooperación.

La secta Roca Negra era capaz de adelantar la apertura del castillo para disminuir la competencia y organizar una búsqueda, eso significaba que un tesoro había llegado al castillo y si permitían que la secta Roca Negra lo reclamara, la diferencia entre sus sectas se haría más grande y en el futuro ni siquiera todas las sectas de continente unidas podrían vencerlos.

Alicia esperaba ser recompensada por sus acciones y en lugar de eso Elliot miró a Saki – revisa el mapa, busca la ubicación de la secta Roca Negra.

Saki alzó una ceja.

¿Cómo se suponía que iba a hacer eso?

Realmente, Elliot Reikon era un desperdicio de buen cuerpo.

Un cubo era básicamente un mapa y fuera del castillo dorado era un pisapapeles, solo funciona cuando la persona que lo poseía entraba al castillo y al instante se conectaba con la estructura mostrando una imagen de cada habitación y cómo estaban distribuidos los portales.

Aunque se tenga el mapa, muchas de las habitaciones permanecían como islas con portales que se conectaban entre ellas y nunca con el resto del castillo, de modo que las personas jamás podrán acceder a ellas.

La otra utilidad del cubo, era su sincronía con las insignias que estaban diseñadas con fragmentos del mismo material, de esa forma era posible rastrear a los miembros de una secta, también separaba las habitaciones por colores dependiendo los tesoros y finalmente, el cubo tenía un cronometro para estar al tanto de la apertura y cierre de las puertas.

Eso era todo.

No tomaba huellas de calor, no rastreaba personas aparte de ellos y no mostraba la cantidad de personas que estaban dentro del castillo o sus ubicaciones específicas.