6.2 Aniversario

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La escena fue un tanto extraña, los vendedores miraron con extrañeza a la joven vestida de manera anticuada con el cabello muy rojo atado en un chongo y una mochila en el hombro, atrás de ella se encontraba la mujer que debió llevarla a la tienda porque estaba usando ropa de marca y un bolso costoso, en cuanto a su novio, las miraba a ambas con rabia.

– Voy a destrozarte.

Nicolas suspiró y se apresuró a detenerlo – lo lamento – se disculpó con la joven y jaló del brazo de su novio para apartarlo del bullicio – ¿enloqueciste?, ¿qué mierda crees que estás haciendo? – le susurró.

– Solo le dije que este no era el lugar correcto para una muerta de hambre y ella se molestó, esa maldita arruinó mi traje – acomodó su saco poniendo especial atención en la mancha de malteada de fresa – consigue su nombre, quiero que page.

Jugando el papel de ajustador de cuentas para un mafioso, Nicolás dio la vuelta, sonrió y se dirigió a la mujer joven que tenía los brazos cruzados y discutía con la empleada que quería sacarla.

– Disculpe, buenas tardes señorita, mi, jefe insiste en que usted page la cuenta de la tintorería por su traje dañado.

– ¿Qué dijo?, ¿es una maldita broma?

– Me temo que no lo es – frunció los labios, Gregory hacia eso desde la preparatoria, estaba muy seguro, era en serio.

– Esa es la forma en la que ustedes gastan sus días, intimidando a los que trabajamos duro para ganarnos la vida, no espero que tengan un poco de vergüenza, pero obviamente tampoco tienen dignidad.

Nicolás miró a una de las empleadas – ¿tienen la grabación?

La mujer asintió y se apartó un momento para regresar con una tableta, en la imagen no había audio, por lo que los comentarios negativos de Gregory no aparecían, lo único que se veía era a la joven estudiante chocando con él, vertiendo su bebida en el costoso traje y dos minutos después golpeándolo.

No se veía bien para ella y lo supo en el instante en el que miró la grabación – él me insultó – quiso defenderse.

– Y fue usted quien recurrió a la violencia, sin mencionar señorita, sí mira hacia el cartel junto a la caja podrá ver que esta tienda no permite la entrada con alimentos, estoy seguro que los empleados hicieron la vista gorda por la tarjeta de su amiga, pero sigue siendo incorrecto, no presentaremos cargos por agresión porque no le veo el sentido, mi jefe se sentirá complacido en tanto usted page la tarifa de la tintorería.

La joven apretó los dientes y abrió su bolso – bien, ¿cuánto cuesta lavar la camisa de mafioso? – sacó un billete de cien.

Nicolás se lamentó profundamente – necesitará otros siete iguales.

– ¿Qué?

– Te dije que lo dejaras, él dijo que estaba bien, que no tenías que pagar – dijo su amiga.

Nicolás adivinó que justo después de perdonarle el pago, la llamó muerta de hambre y lo siguiente que ocurrió fue la malteada y la cachetada.

– Yo, no tengo ese dinero.

– Permítame un momento – volvió con Gregory y habló en voz baja – dice que no tiene el dinero y por su aspecto debe ser una estudiante universitaria, tienes muchos trajes como ese, podríamos dejarlo así.

La mirada de Gregory se fijó sobre la joven, su ropa era anticuada como si hubiera sido elegida por su abuela, la mochila y los tenis lo empeoraban y por si eso no fuera suficiente, llevaba el cabello amarrado y sin maquillaje, era como si la chica se esforzara por verse ridícula y fuera de moda.

No soy un virus, soy un acosador (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora