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o quién rompió la pezuña del diablo.


Enséñame a escuchar el canto de las sirenas


o a librarme del aguijón de la envidia,


y a encontrar


qué viento


sirve para impulsar una mente honrada.


Decide cuál es el tema


y escribe tú mismo otro verso.


Sophie estaba realmente desorientada. No se parecía a ninguno de los conjuros


que había curioseado antes. Lo volvió a leer de nuevo, sin que las explicaciones que


le daba Michael mientras intentaba leer la ayudaran mucho.


-¿Te acuerdas de que Howl me dijo que los conjuros avanzados tienen un


acertijo dentro? Bueno, pues al principio decidí que cada línea era un acertijo. Usé el


hollín y las chispas para la estrella fugaz y una concha marina para el canto de las


sirenas. Y creí que yo podría servir como niño, así que cogí la raíz de mandrágora y


escribí una lista de los años pasados del almanaque, pero no estaba muy seguro de


eso. A lo mejor ahí fue donde me equivoqué, y ¿puede ser que la cosa para evitar el


dolor sea el bálsamo de salvia? Eso no se me había ocurrido antes, pero de todas


maneras, ¡no funciona!


-No me extraña -dijo Sophie-. A mí me parece una lista de cosas imposibles.


Pero Michael no quería ni oír hablar de eso. Si fueran imposibles, indicó


razonablemente, nadie sería capaz de hacer el conjuro.


-Y además -añadió-, me siento tan avergonzado de haber espiado a Howl


que quiero compensarlo haciendo bien este conjuro.


-Muy bien -dijo Sophie-. Empecemos con Decide cuál es el tema. Eso debería


ayudarnos, si es que decidir es parte del conjuro.


Pero Michael tampoco quería saber nada de aquello.


-No -dijo-. Es el tipo de conjuro que se resuelve cuando se hace. Eso es lo que


quiere decir la última línea. Cuando escribes la segunda mitad, diciendo lo que


significa el conjuro, eso lo hace funcionar. Esos son muy avanzados. Primero tenemos que descifrar la primera mitad.


Sophie volvió a reunir sus triángulos en un montón.


-Vamos preguntarle a Calcifer -sugirió-. Calcifer, ¿quién...?


Pero Michael también se negó.


-No, cállate. Creo que Calcifer es parte del conjuro. Fíjate cómo dice «Dime» y


«Enséñame». Al principio pensé que se refería a la calavera, pero eso no funcionó, así


que debe de ser Calcifer.


-¡Pues si te vas a negar a todo lo que yo digo, hazlo tú sólito! -dijo Sophie-. ¡Y


seguro que Calcifer sabe quién partió su propia pezuña!


Calcifer avivó sus llamas un poco.


-Yo no tengo pezuñas. Soy un demonio, no un diablo -dicho esto, se retiró de

EL CASTILLO AMBULANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora