Capítulo 17

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"En el que el Castillo viajero se traslada"


HOWL SE PUSO A TRABAJAR con tanto ímpetu que parecía que acabara de disfrutar


de una semana de descanso. Si Sophie no le hubiera visto librar una agotadora batalla mágica hacía una hora, nunca lo hubiera creído posible. Michael y él iban de un


lado para otro cantando medidas en voz alta y pintando extraños símbolos con tiza


en los lugares donde antes habían colocado los puntales de metal. Parecían haber


marcado todos los rincones, incluyendo los del patio. El cubículo de Sophie bajo las


escaleras y un recoveco extraño en el techo del cuarto de baño les dieron muchos


problemas. A Sophie y al perro-hombre los empujaron de acá para allá, para que


Michael pudiera dibujar una estrella de cinco puntas inscrita en un círculo en el


suelo.


Cuando Michael terminó y se estaba sacudiendo el polvo y la tiza de las rodillas,


llegó Howl corriendo con la ropa negra salpicada de cal. Sophie y el perro-hombre


tuvieron que apartarse otra vez para que Howl pudiera moverse por el suelo


escribiendo signos dentro de la estrella y el círculo y a su alrededor. Los dos fueron a


sentarse en las escaleras. El perro-hombre estaba temblando. Aquel tipo de magia no


parecía gustarle nada.


Howl y Michael salieron corriendo al patio. Howl volvió a toda prisa.


-¡Sophie! -gritó-. ¡Rápido! ¿Qué quieres que vendamos en la tienda?


-Flores -contestó Sophie, pensando de nuevo en la señora Fairfax.


-Perfecto -dijo Howl, y se alejó acelerado hacia la puerta con un bote de


pintura y un pequeño pincel.


Metió la punta del pincel en el bote y con mucho cuidado pintó la marca azul de


amarillo. Volvió a mojarlo y esta vez el pincel salió con pintura morada. Pintó la


mancha verde con ella. La tercera vez salió de color naranja, que pasó a cubrir la


mancha roja. Howl no tocó el negro. Al dar media vuelta metió la manga de su traje


en el bote de pintura junto con el pincel.


-¡Vaya, hombre! -se quejó Howl, sacándola. La manga de la chaqueta era de


todos los colores del arco iris. Howl la sacudió y se volvió de nuevo negra.


-¿Cuál de los dos trajes es? -preguntó Sophie.


-Se me la olvidado. No me interrumpas. Ahora viene la parte más difícil -le


ordenó Howl, corriendo a colocar el bote de pintura otra vez en la mesa. Cogió un


tarro lleno de polvo-. ¡Michael! ¿Dónde está la pala de plata?


Michael llegó a la carrera del patio, con una gran pala reluciente. El mango era de


madera, pero la hoja parecía de plata maciza.


-¡Ya está todo listo ahí fuera! -dijo.


Howl se colocó la pala sobre la rodilla para escribir un signo con tiza tanto en el


mango como en la hoja. Luego espolvoreó polvo rojizo del tarro sobre ella. Después

EL CASTILLO AMBULANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora