-dijo Sophie-. Giró el pomo de madera hasta que la mancha negra apuntó hacia abajo. Entonces abrió la puerta. Afuera no había nada. No era ni negro ni gris ni blanco. No era espeso ni transparente. No se movía. No tenía ni olor ni tacto. Cuando Sophie sacó cuidadosamente un dedo, no estaba ni caliente ni frío. No se oía nada. Parecía ser total y completamente nada. -¿Qué es? -le preguntó a Calcifer. Calcifer estaba tan interesado como Sophie. Había asomado su rostro azul de la chimenea para mirar hacia la puerta. Se había olvidado de la niebla. -No lo sé -murmuró-. Yo solo lo mantengo. Lo único que sé es que es la parte del castillo hacia la que no se puede pasar. Da la sensación de estar muy lejos. -¡Parece estar más allá de la luna! -dijo Sophie. Cerró la puerta y volvió a girar la manija con el verde hacia abajo. Dudó un momento y luego se dirigió hacia las escaleras. -La ha cerrado con llave -dijo Calcifer-. Me dijo que te lo recordara si volvías a intentar fisgonear. -Vaya -dijo Sophie-. ¿Qué guarda en su cuarto? -No tengo ni idea -dijo Calcifer-. No sé nada de lo que hay ahí arriba. ¡Si supieras lo frustrante que es! Ni siquiera veo bien lo que hay fuera del castillo. Solo lo suficiente para averiguar en qué dirección voy. Sophie, sintiéndose igual de frustrada, se sentó y empezó a remendar el traje gris y escarlata. Michael llegó al poco rato. -El Rey me ha recibido inmediatamente -dijo-. Me... -miró alrededor y sus ojos se detuvieron en el rincón vacío donde solía estar la guitarra-. ¡Oh, no! -dijo-. ¡Otra vez su amiga! Creí que ya se había enamorado de él y el asunto se había terminado hace varios días. ¿Por qué tarda tanto? Calcifer crepitó con malicia. -Has interpretado mal los indicios. Al desalmado de Howl le está costando mucho esta dama. Decidió dejarla tranquila unos días para ver si eso servía de algo. Eso es todo. -¡Qué lata! -dijo Michael-. Nos va a dar problemas, ya verás. ¡Y yo que esperaba que Howl hubiera recobrado su juicio! Sophie dejó caer el traje sobre las rodillas. -¡Desde luego! -exclamó-. ¡Cómo podéis hablar tranquilamente los dos con tanta maldad! Al menos, supongo que no puedo culpar a Calcifer, pues para eso es un demonio malvado. ¡Pero tú, Michael! -¡Yo creo que no soy malvado! -protestó Calcifer. -¡No me lo tomo con tranquilidad, si eso es lo que crees! -dijo Michael-. ¡Si supieras todos los problemas que hemos tenido porque Howl no deja de enamorarse! Nos han puesto juicios y han venido hombres a retarle a duelo, madres armadas con rodillos, y padres y tíos con porras. Y tías. Las tías son terribles. Te atacan con alfileres de sombrero. Pero lo peor es cuando las mismas chicas averiguan dónde vive Howl y se plantan en la puerta, tristes y llorosas. Howl se escapa por la puerta
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EL CASTILLO AMBULANTE
Teen FictionEste libro es para Stephen. La idea de este libro me la dio un chico durante la visita a un colegio, cuando me pidió que escribiera un libro llamado EL CASTILLO VIAJERO. Apunté su nombre y lo guardé en un lugar tan seguro que no he podido Encontr...