20/8

85 15 0
                                    

-¡Cerrad! -gritó Sophie. Y vio lo que había pasado. La noche anterior ella había
ayudado al espantapájaros al decirle que fuera diez veces más rápido. Había corrido
hacia el castillo viajero para intentar entrar por ese lado. Pero la señorita Angorian
estaba allí fuera. Sophie se preguntó si estaría desmayada entre los arbustos-. Por
favor, no -dijo débilmente.
Pero nadie le prestaba atención. Lettie se puso del color del vestido de Fanny, y
se aferró del brazo de Martha. Percival se quedó mirándolo fijamente y Michael
intentaba coger la calavera, que estaba castañeado los dientes con tanta fuerza que
iba camino de caerse de la mesa y llevarse consigo a la botella de vino. Y la calavera
parecía tener un efecto extraño en la guitarra, que emitía unos arpegios largos y
temblorosos: ¡Noummm Harrummmm! ¡Noum Harrummm!
Calcifer apareció otra vez en la chimenea.
-Esa cosa está hablando -le dijo a Sophie-. Dice que no tiene malas
intenciones. Creo que dice la verdad. Espera tu permiso para entrar.
Y era cierto que el espantapájaros estaba quieto. No intentaba lanzarse al interior
como en otras ocasiones. Y Calcifer debía de confiar en él, porque había detenido el
castillo. Sophie miró la cara de nabo y los andrajos que flotaban al viento. Después
de todo no daba tanto miedo. La primera vez que lo vio se había compadecido de él.
La verdad es que sospechaba que lo había convertido en una excusa conveniente
para no dejar el castillo porque realmente quería quedarse. Pero ahora ya no había
ningún motivo. Sophie tenía que marcharse de todas formas: Howl prefería a la
señorita Angorian.
-Por favor, pasa -le dijo con voz un poco ronca.
-¡Ahmmnng! -dijo la guitarra.
El espantapájaros entró en la sala con un poderoso salto lateral y se quedó
balanceándose sobre su única pierna como si estuviera buscando algo. El aroma a
flores que había entrado con él no bastaba para esconder su propio olor a polvo y a
descomposición.
La calavera castañeó de nuevo bajo los dedos de Micliad. El espantapájaros dio
media vuelta con alegría y se lanzó hacia ella. Michael intentó salvar la calavera pero
enseguida se quito del medio, porque cuando la criatura caía sobre la mesa se oyó el
restallar que produce la magia poderosa y la calavera se fundió con la cabeza de
nabo del espantapájaros. Pareció meterse dentro y rellenarla. Ahora se veía el
contorno de un rostro arrugado debajo del tubérculo. El problema era que estaba
mirando al revés. El espantapájaros se retorció como pudo, se enderezó de un salto y
luego giró rápidamente todo el cuerpo de forma que la parte delantera quedara
debajo de la cara arrugada del nabo. Poco a poco dejó caer sus brazos extendidos
hacia los costados.
-Ahora puedo hablar -dijo con una voz un tanto pastosa.
-Me voy a desmayar -aseguró Fanny, en las escaleras.
-No digas tonterías -replicó la señora Fairfax a su espalda-. Es solo el golem
de un mago. Se limitan a cumplir órdenes. Son inofensivos.
Lettie, de todas formas, parecía al borde de un desvanecimiento. Pero el único

EL CASTILLO AMBULANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora