"En el que Sophie se convierte en la madre de Howl"
SOPHIE NO ENTENDÍA para qué iba a servir ensuciar el nombre de Howl ante el
Rey, ahora que la bruja lo había encontrado. Pero el mago le dijo que era más
importante que nunca.
-Necesitaré toda mis energías para poder escapar de la bruja. Y si tengo al Rey
encima, no seré capaz de hacerlo.
Así pues, la tarde siguiente Sophie se puso la ropa nueva y se sentó, sintiéndose
bien aunque un poco agarrotada, mientras esperaba a que Michael se arreglara y a
que Howl terminara en el cuarto de baño. En ese tiempo le contó a Calcifer cómo era
el extraño país donde vivía la familia de Howl. Era una forma de no pensar en el
Rey.
Calcifer estaba muy interesado.
-Sabía que venía del extranjero -dijo-. Pero esto parece ser otro mundo. La
bruja ha sido muy lista al mandarle la maldición desde allí. Muy lista, sí, señor.
Admiro ese tipo de magia, la que usa algo que ya existe y lo convierte en una
maldición. Me pareció algo curioso cuando lo estabais leyendo el otro día. El bobo de
Howl le contó demasiado sobre sí mismo.
Sophie observó el rostro delgado y azul de Calcifer. No le sorprendió descubrir
que Calcifer admiraba la maldición, ni que llamara bobo a Howl. Siempre lo estaba
insultando. Pero lo que no conseguía decidir era si Calcifer odiaba a Howl de verdad.
Tenía siempre una expresión tan malvada que era difícil saberlo. El demonio del
fuego movió sus ojos anaranjados para mirar a los de Sophie.
-Yo también estoy asustado -dijo-. Sufriré con Howl si la bruja le atrapa. Si
no rompes el contrato antes de que lo haga ella, no podré ayudarte.
Antes de que Sophie pudiera hacer más preguntas, Howl salió del cuarto de
baño más elegante que nunca, inundando la habitación con perfume de rosas y
llamando a Michael a gritos. El muchacho bajó corriendo las escaleras con su nuevo
traje de terciopelo azul. Sophie se levantó y cogió su fiel bastón. Había que irse.
-¡Qué aspecto tan elegante y majestuoso! -le dijo Michael.
-Me deja en buen lugar -dijo Howl-, excepto por ese horrible bastón viejo.
-Hay gente de lo más egocéntrica -intervino Sophie-. Este bastón va conmigo.
Lo necesito como apoyo moral.
Howl levantó la vista al techo, pero no discutió.
Salieron majestuosamente a las calles de Kingsbury. Sophie, naturalmente, miró
hacia atrás para ver cómo era el castillo desde fuera. Y vio un dintel grande y curvo
sobre una puerta negra y pequeña. El resto del castillo parecía ser un trozo de pared
entre dos casas de piedra labrada.
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EL CASTILLO AMBULANTE
Teen FictionEste libro es para Stephen. La idea de este libro me la dio un chico durante la visita a un colegio, cuando me pidió que escribiera un libro llamado EL CASTILLO VIAJERO. Apunté su nombre y lo guardé en un lugar tan seguro que no he podido Encontr...