capítulo 20

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"En el que Sophie se encuentra con más dificultades
para abandonar el Castillo"

AL AMANECER DEL DÍA del solsticio de verano Howl entró por la puerta armando
tal escándalo que Sophie se incorporó de un salto en su cubículo convencida de que
la bruja le pisaba los talones.
-¡Piensan tanto en mí que siempre juegan sin mí! -gritó Howl.
Sophie se dio cuenta que lo único que pasaba era que estaba intentando cantar la
canción de Calcifer y se volvió a tumbar justo cuando Howl se tropezó con la silla y
se enganchó con el taburete, que salió disparado al otro extremo de la habitación.
Después de eso intentó subir a su cuarto por el armario de las escobas y luego por el
patio. Aquello lo dejó un poco confundido. Pero por fin descubrió las escaleras, ex-
cepto el primer escalón, con el que se tropezó y se cayó de cara. El castillo enteró
tembló.
-¿Qué pasa? -preguntó Sophie sacando la cabeza por la barandilla.
-Reunión del Club de Rugby -replicó Howl con lenta dignidad-. ¿A que no
sabías que volaba raudo y veloz como delantero de mi universidad, Doña Fisgona?
-Si estabas intentando volar, parece que se te ha olvidado -dijo Sophie.
-Nací con la habilidad de tener visiones extrañas -dijo Howl-, cosas
invisibles para los ojos, e iba de camino a la cama cuando me habéis interrumpido. Y
sé dónde están todos los años pasados y quién partió la pezuña del diablo.
-Vete a la cama, memo -dijo Calcifer adormilado-. Estás borracho.
-¿Quién, yo? -preguntó Howl-. Os aseguro, amigos míos, que estoy más
sobrio que una roca-. Se levantó y subió pesadamente las escaleras, tanteando la
pared como si pensara que se le iba a escapar si no la controlaba con la mano. Pero la
puerta de su cuarto se le escapó-. ¡Qué mentira más grande! -comentó, mientras se
chocaba contra la pared-. Mi deslumbrante falta de honradez será mi salvación-.
Se chocó contra la pared varias veces más, en distintos lugares, antes de descubrir la
puerta de su cuarto y entrar a trompicones. Sophie lo oyó caerse varias veces y decir
que la cama le estaba esquivando.
-¡Es imposible! -dijo Sophie, y decidió marcharse de inmediato.
Desgraciadamente, el ruido que había hecho Howl despertó a Michael y a
Percival, que dormía en el suelo de su habitación. Michael bajó diciendo que ya que
estaba totalmente despierto y que saldría a coger las flores para hacer las guirnaldas
del solsticio aprovechando que el día todavía estaba fresco. Sophie no lamentó salir
por última vez al lugar de las flores. La llanura estaba velada por una neblina cálida
y lechosa, impregnada de aromas y colores medio escondidos. Sophie avanzó por el
sendero, comprobando el suelo húmedo con su bastón, escuchando los píos y cantos

EL CASTILLO AMBULANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora