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ser nadie más. La bruja era enormemente alta y delgada y ahora tenía el pelo rubio,
recogido en una coleta como una cuerda que le colgaba sobre un hombro huesudo.
Llevaba un vestido blanco. Cuando Sophie avanzó directamente hacia ella
levantando el bastón, la bruja retrocedió.
-¡No me amenaces! -suplicó, con voz cansada y frágil.
-Entonces devuélveme a la señorita Angorian -le dijo Sophie-. La cogeré y
me marcharé.
La bruja siguió retrocediendo, haciendo gestos con las dos manos. Y los pajes se
deshicieron y se convirtieron en dos burbujas anaranjadas pegajosas que se elevaron
en el aire y se dirigieron hacia Sophie.
-¡Puajjj! ¡Fuera! -gritó Sophie, golpeándolas con el bastón. Pero a las dos
burbujas no parecía afectarles el bastón. Lo esquivaron y lo rodearon y luego se
lanzaron detrás de Sophie.
Ella estaba pensando que ya se había librado de ellas cuando se dio cuenta de
que la habían pegado al pilar. Cuando intentó moverse, una sustancia anaranjada y
elástica se estiró entre sus tobillos y el pilar, y le tiró del pelo haciéndole mucho
daño.
-¡Casi prefiero el lodo verde! -dijo Sophie-. Espero que no fueran niños de
verdad.
-Solo eran emanaciones -dijo la bruja.
-Déjame marchar -dijo Sophie.
-No -dijo la bruja. Dio media vuelta y pareció perder todo interés por Sophie.
Sophie empezó a temer que, como siempre, lo había liado todo. La sustancia
pegajosa parecía hacerse más dura y más elástica a cada instante. Cuando intentó
moverse, la volvió a atraer contra la columna.
-¿Dónde está la señorita Angorian? -preguntó.
-No la encontrarás -dijo la bruja-. Esperaremos a que llegue Howl.
-No va a venir -dijo Sophie-. No es tan tonto. Y además tu maldición no ha
funcionado.
-Funcionará -dijo la bruja, con una sonrisa tensa-. Ahora que has caído en
nuestra trampa y has venido hasta aquí, Howl tendrá que ser honesto por una vez en
su vida.
Hizo otro gesto, esta vez hacia las llamas desvaídas, y una especie de trono llegó
arrastrándose entre dos pilares hasta situarse delante de la bruja. En él había un
hombre, con un uniforme verde y botas altas y reluciente. Al principio, Sophie pensó
que estaba dormido, con la cabeza ladeada. Pero la bruja hizo otro movimiento y el
hombre se sentó erguido. Sobre los hombros no tenía cabeza. Sophie comprendió
que estaba contemplando lo que quedaba del príncipe Justin.
-Si fuera Fanny -dijo Sophie-, amenazaría con desmayarme. ¡Ponle la cabeza
en su sitio ahora mismo! ¡Tiene un aspecto terrible!
-Hace meses que me deshice de las dos cabezas -dijo la bruja-. Vendí el
cráneo del mago Suliman junto con su guitarra. Y la del príncipe Justin anda por ahí
junto con otras partes sueltas. Este cuerpo es la mezcla perfecta del príncipe Justin y

EL CASTILLO AMBULANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora