de niebla, como la de Porthaven durante la pelea entre Howl y la bruja. La nube se
movió de un lado a otro, llenando el aire polvoriento de gritos y truenos. El pelo de
Sophie se electrizó. La nube estaba tan solo a unos pasos, moviéndose entre las
columnas, y el boquete de la pared también estaba bastante cerca. La fortaleza, como
había imaginado, no era muy grande. Cada vez que la nube se movía por delante de
la brecha de luz cegadora, podía ver en su interior a las dos figuras delgadas
luchando. Mientras los observaba, no dejaba de mover el bastón a su espalda.
Se había soltado del todo excepto las piernas cuando la nube pasó gritando frente
a la luz por última vez. Sophie vio que otra persona entraba por la brecha. Esta tenía
mangas largas y negras. Era Howl. Sophie distinguió su silueta claramente, de pie
con los brazos cruzados, contemplando la batalla. Por un momento pareció que iba a
dejar que la bruja y al espantapájaros siguieran peleándose, pero entonces sus largas
mangas ondularon al levantar los dos brazos. Por encima de los gritos y las
explosiones, la voz de Howl pronunció una palabra larga y extraña que llegó
acompañada de un largo trueno. El espantapájaros y la bruja se sobresaltaron. Los
ecos de aquel sonido rebotaron una y otra vez entre los pilares, y cada uno de ellos se
llevó un poco de la nube mágica, que fue desgajándose en retazos y hebras. Cuando
lo único que quedó fue una ligerísima bruma blanca, la alta figura de la coleta se
tambaleó. La bruja pareció doblarse sobre sí misma, cada vez más delgada y más
blanca. Por fin, cuando la neblina desapareció por completo, cayó al suelo con
estrépito. Y al agotarse los millones de ecos, Howl y el espantapájaros quedaron uno
frente a otro sobre un montón de huesos.
¡Bien!, pensó Sophie. Liberó las piernas de un golpe y se dirigió a la figura sin
cabeza que estaba en el trono. La estaba poniendo de los nervios.
-No, amigo mío -le dijo Howl al espantapájaros, que había saltado entre los
huesos y los estaba empujando aquí y allá con su pierna-. Su corazón no lo
encontrarás ahí. Lo tiene su demonio del fuego. Creo que hace tiempo que la
dominaba. Una historia muy triste.
Mientras Sophie se quitaba el chal y lo colocaba decentemente sobre los hombros
del príncipe Justin, Howl dijo:
-Creo que el resto de lo que estás buscando se encuentra allí.
Avanzó hacia al trono, con el espantapájaros saltando a su lado.
-¡Típico! -le dijo a Sophie- ¡Me rompo el cuello para llegar hasta aquí y te
encuentro tranquilamente poniendo orden!
Sophie lo miró. Como había temido, la dura luz del día que entraba por la brecha
en el muro le mostró que Howl no se había molestado en afeitarse ni en cepillarse el
pelo. Tenía los ojos rojos y las mangas estaban desgarradas en varios sitios. Tanto
Howl como el espantapájaros tenían un aspecto horrible. «¡Ay!», pensó Sophie.
«Realmente debe querer mucho a la señorita Angorian».
-He venido por la señorita Angorian -explicó.
-¡Y yo que creía que si te organizaba una visita de tu familia, te estarías quieta
por una vez! -dijo Howl disgustado-. Pero no...
Entonces el espantapájaros se puso delante de Sophie.
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EL CASTILLO AMBULANTE
Teen FictionEste libro es para Stephen. La idea de este libro me la dio un chico durante la visita a un colegio, cuando me pidió que escribiera un libro llamado EL CASTILLO VIAJERO. Apunté su nombre y lo guardé en un lugar tan seguro que no he podido Encontr...