20/7

87 17 0
                                    

Echó a Fanny a un lado y abrió la puerta de golpe. Sophie oyó la puerta cerrarse
tras él mientras subía lentamente las escaleras. Sabía que era una fisgona, pero tenía
que ver qué pasaba. Mientras atravesaba el cuarto de Howl oyó que todos la seguían.
-¡Qué habitación más sucia! -exclamó Fanny.
Sophie miró por la ventana. En el impecable jardín caía una fina llovizna. El
columpio estaba perlado de gotas, al igual que la ondulante cabellera pelirroja de la
bruja. Estaba apoyada contra el columpio, alta y poderosa, vestida con una túnica,
llamando a alguien con la mano. La sobrina de Howl, Mari, avanzaba sobre la hierba
mojada hacia ella. Parecía que no quería ir, pero no tenía elección. Detrás de ella, el
sobrino de Howl, Neil, avanzaba hacia la bruja todavía más despacio, lanzando sus
peores miradas asesinas. Y la hermana de Howl, Megan, estaba detrás de los dos
niños. La boca de Megan se abría y se cerraba. Era evidente que le estaba dejando las
cosas claras a la bruja, pero no podía evitar verse atraída también hacia ella.
Howl entró corriendo en el jardín. No se había molestado en transformar la ropa
y tampoco se molestó en hacer ningún tipo de magia. Se lanzó directamente contra la
bruja, que intentó agarrar a Mari, pero la niña estaba demasiado lejos. Howl cogió a
Mari primero y la empujó a su espalda sin dejar de correr. Y la bruja salió huyendo,
corriendo como un gato perseguido por un perro, a través del césped y por encima
de la valla, en un relámpago de túnica llameante, con Howl como un sabueso
pisándole los talones. La bruja se desvaneció al otro lado de la valla como un borrón
rojo y Howl la siguió como un borrón negro con mangas al viento.
-Espero que la coja -dijo Martha-. La niña está llorando.
Abajo, Megan abrazó a Mari y se llevó a los dos niños adentro. Era imposible
saber qué les había pasado a Howl y a la bruja. Lettie, Percival, Martha y Michael
volvieron a la planta baja. Fanny y la señorita Fairfax estaban paralizadas de asco
por el estado del dormitorio de Howl.
-¡Mira esas arañas! -dijo la señora Fairfax.
-¡Y el polvo de las cortinas! -dijo Fanny-. Annabel, he visto unas escobas en
el pasaje por donde viniste.
-Vamos por ellas -dijo la señora Fairfax-. Te recogeré el vestido, Fanny, y nos
pondremos a trabajar. ¡No soporto ver una habitación de esta manera!
«¡Pobre Howl!», pensó Sophie. «¡Con lo que le gustan sus arañas!». Se quedó al
pie de las escaleras, preguntándose cómo podría detener a la señora Fairfax y a
Fanny.
Desde abajo, Michael la llamó:
-¡Sophie! Vamos a dar una vuelta por la mansión. ¿Quieres venir?
Aquello parecía una idea perfecta para evitar que las dos se pusieran a limpiar.
Sophie llamó a Fanny y bajó las escaleras deprisa. Lettie y Percival ya estaban
abriendo la puerta. Lettie no había escuchado cuando Sophie se lo había explicado a
Fanny, y era obvio que Percival tampoco lo había entendido. Sophie vio que el pomo
apuntaba hacia el púrpura, por error. Y abrieron la puerta justo cuando Sophie
avanzaba por la habitación para corregirles.
El espantapájaros apareció en el marco de la puerta, entre las flores.

EL CASTILLO AMBULANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora