"En el que un Mago Real pilla un resfriado"
SOPHIE VOLVIÓ A LA ENTRADA DEL CASTILLO que daba a Kingsbury en uno de los
carruajes del Rey, tirado por cuatro caballos. También iban en él un cochero, un paje y
un criado. Un sargento y seis soldados reales lo custodiaban. Y todo porque la
princesa Valeria se había subido al regazo de Sophie. Durante el corto trayecto de
vuelta a casa, su vestido todavía mostraba las húmedas marcas de la aprobación real
de Valeria. Sophie esbozó una sonrisa. Pensó que tal vez Martha tenía algo de razón al
querer tener niños, aunque diez Valerias se le antojaron un número excesivo. Cuando
la niña se le subió encima, Sophie recordó haber escuchado que la bruja había
amenazado a Valeria de alguna forma, y se descubrió diciéndole a la niña:
-La bruja no te hará daño. ¡No lo permitiré!
El Rey no había hecho ningún comentario. Pero había ordenado un carruaje real
para Sophie.
La caravana se detuvo con mucho ruido frente a la puerta del falso establo.
Michael salió disparado y se interpuso en el camino del criado que estaba ayudando a
Sophie a bajar.
-¿Dónde te habías metido? -quiso saber-. ¡Estaba tan preocupado! Y Howl
está muy disgustado...
-No me extraña -replicó Sophie aprensivamente.
-Porque la señora Pentstemmon ha muerto -dijo Michael.
Howl se asomó a la puerta. Se le veía pálido y deprimido.
Tenía un pergamino del que colgaban los sellos reales rojo y azul, que Sophie
observó sintiéndose culpable. Howl le dio al sargento una pieza de oro y no
pronunció ni una palabra hasta que el carruaje y los soldados se alejaron
repiqueteando. Luego dijo:
-He contado cuatro caballos y diez hombres solo para librarse de una anciana.
¿Se puede saber qué le has hecho al Rey?
Sophie siguió a Howl y a Michael al interior, esperando encontrase la sala
cubierta de lodo verde. Pero lo único que vio fue a Calcifer ardiendo en la chimenea
con su sonrisa violeta. Sophie se dejó caer en la silla.
-Creo que al Rey no le ha gustado que apareciera para ensuciar tu nombre. He
ido dos veces y todo ha salido mal. Y me he encontrado con la bruja del Páramo que
venía de matar a la señora Pentsemmon. ¡Menudo día!
Mientras Sophie contaba lo que le había pasado, Howl se apoyó en la repisa de la
chimenea con el pergamino en la mano, como si estuviera pensando en echárselo de
comer a Calcifer.
-Contemplad al nuevo Mago Real -dijo-. Mi nombre está sucio -luego se
echó a reír, lo que sorprendió muchísimo a Sophie y a Michael-. ¿Y qué le has hecho
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EL CASTILLO AMBULANTE
Ficțiune adolescențiEste libro es para Stephen. La idea de este libro me la dio un chico durante la visita a un colegio, cuando me pidió que escribiera un libro llamado EL CASTILLO VIAJERO. Apunté su nombre y lo guardé en un lugar tan seguro que no he podido Encontr...