Capítulo 9

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“En el que Michael tiene problemas con un conjuro”
E N LA PUERTA ESTABA EL CAPITÁN DEL BARCO , que por fin había venido por su
conjuro de viento y a quien no le había hecho ninguna gracia tener que esperar.
—Si pierdo la marea, muchacho —le dijo a Michael—, le voy a decir un par de
cosas sobre ti al hechicero.
En opinión de Sophie, Michael fue demasiado educado con él, pero ella se
sentía demasiado cansada para intervenir. Cuando se marchó el capitán, el
aprendiz se fue a la mesa para pensar en su conjuro y Sophie se sentó en silencio a
remendar las medias. Solo tenía un par y sus nudosos pies les habían hecho
enormes agujeros. El traje gris estaba desgastado y sucio. Pensó que podría cortar
las partes menos gastadas del traje azul y plateado de Howl para hacerse una falda
con él. Pero no se atrevió.
—Sophie —dijo Michael, levantando la vista de su undécima página de
notas—, ¿cuántas sobrinas tienes?
Sophie había temido que Michael empezara a hacer preguntas.
—Hijo, cuando se llega a mi edad —le dijo—, se pierde la cuenta. Se parecen
todas tanto. Esas dos Lettie, para mí, podrían ser gemelas.
—Ah, no, claro que no —dijo Michael, sorprendiéndola—. La sobrina de
Upper Folding no es tan guapa como mi Lettie —arrancó la undécima página y
sacó la duodécima—. Me alegro de que Howl no haya visto a mi Lettie —dijo—.
Comenzó con la decimotercera y la rompió también. Casi me da la risa cuando la
señora Fairfax ha dicho que sabía quién era Howl, ¿a ti no?
—No —dijo Sophie. A Lettie no le importaba quién fuese su enamorado. Recordó
su cara encendida y encandilada bajo las flores del manzano—. Me imagino que no
hay ninguna posibilidad de que esta vez Howl esté enamorado de verdad
—preguntó sin esperanza.
Calcifer soltó una ráfaga de chispas verdes.
—Me temía que lo fueras a pensar —dijo Michael—. Pero te estarías engañando a
ti misma, como la señora Fairfax.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Sophie.
Calcifer y Michael se miraron.
—¿Acaso no ha pasado al menos una hora en el baño esta mañana? —preguntó
Michael.
—Ha estado dos horas ahí dentro —contestó Calcifer— poniéndose conjuros en
la cara. ¡Menudo memo!
—Ahí lo tienes —dijo Michael—. El día que a Howl se le olvide su sesión en el

EL CASTILLO AMBULANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora