19/7

111 19 0
                                    

manga de Percival hasta que el espantapájaros se perdió de vista.


-¿Qué pasa? -dijo Percival-. ¿Por qué no querías que viniera?


Sophie se estremeció. Como el espantapájaros estaba en el camino, ahora no se


atrevía a marcharse. Cogió la lata y avanzó hacia la mansión. Le llamó la atención un


temblor. Levantó la vista hacia el edificio y descubrió que lo que temblaban eran


unas cortinas blancas y largas que ondulaban en un ventanal abierto al otro lado de


las estatuas de la terraza. Las estatuas eran ahora de piedra blanca y observó que casi


todas las ventanas tenían cortinas y cristales. Las contraventanas estaban plegadas


correctamente a los lados, recién pintadas de blanco. En la nueva fachada de la casa,


de color crema, no se veía ni una mancha de verdín ni una burbuja en la pintura. La


puerta principal era una obra de arte negra y dorada, dominada por un león


reluciente con una anillo en la nariz como llamador.


-¡Qué es esto! -exclamó Sophie.


Resistió la tentación de entrar por el ventanal abierto y explorar la mansión,


porque eso era justo lo que Howl quería que hiciera. En vez de eso, avanzó


directamente hacia la puerta principal, agarró el picaporte dorado y abrió la puerta


de golpe. Howl y Michael estaban en el banco desmontando a toda prisa un conjuro.


Parte de él debía de haber sido para transformar la mansión, pero el resto, como


Sophie sabía bien, tenía que ser un conjuro de escucha de algún tipo. Cuando Sophie


entró hecha una furia, los dos la miraron nerviosos. Calcifer se escondió al instante


entre los troncos.


-Ponte detrás de mí, Michael -dijo Howl.


-¡Cotilla! -gritó Sophie-. ¡Fisgón!


-¿Qué pasa? -preguntó Howl-. ¿Quieres que pinte las contraventanas de


negro y oro?


-Eres un sinvergüenza... -Sophie se atascó-. ¡Eso no es lo único que oíste!


Eres un... un... ¿Desde hace cuánto que sabes que estaba... que estoy...?


-¿Hechizada? -dijo Howl-. Bueno, la verdad...


-Yo se lo dije -dijo Michael, asomándose temeroso detrás de Howl-. Mi


Lettie...


-¡Tú! -aulló Sophie.


-La otra Lettie también me lo contó -dijo Howl rápidamente-. Sabes que es


verdad. Y la señora Fairfax también lo habló mucho aquel día. Hubo un momento en


que todo el mundo me hablaba de lo mismo. Incluso Calcifer... cuando se lo pregunté.


¿Pero de verdad piensas que no soy lo bastante bueno en mi profesión como para


notar un conjuro tan fuerte como este? Intenté quitártelo varias veces cuando estabas


distraída. Pero nada funciona. Te llevé a la señora Pentstemmon con la esperanza de


que ella pudiera hacer algo, pero no sirvió de nada. He llegado a la conclusión de


que te gusta estar disfrazada.


-¡Disfrazada! -gritó Sophie.


Howl se rió.


-Debe de ser, porque lo estás haciendo tú misma -dio-. ¡Sois una familia


rarísima! ¿Tú también te llamas Lettie?

EL CASTILLO AMBULANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora