descubrí que le caigo bien a la gente. ¿Sabes? Funciona cuando a ti también te caen
bien los demás, y todo salió bien. Y la señora Fairfax no ha despedido a Lettie, así
que supongo que ella también se las habrá arreglado.
Sophie masticó el pastel que no estaba disfrutando.
—Pero, ¿por qué lo has hecho?
Martha se balanceó en el taburete, con una gran sonrisa sobre la cara de Lettie,
haciendo girar los pulgares de contento.
—Quiero casarme y tener diez hijos.
—¡Eres demasiado joven! —exclamó Sophie.
—Es verdad —admitió Martha—. Pero comprenderás que tengo que empezar
bastante pronto si quiero tener diez. Y así tendré tiempo de ver si la persona que
quiero me quiere por mí misma. El conjuro irá desapareciendo poco a poco, y cada
vez seré más yo misma.
Sophie estaba tan maravillada que se terminó el pastel sin darse cuenta de qué
clase de pastel era.
—¿Y por qué diez hijos?
—Porque esos son los que quiero —respondió Marcha.
—¡No tenía ni idea!
—Bueno, no tenía mucho sentido contártelo porque tú siempre le dabas la razón
a mamá sobre que yo tenía que hacer fortuna —dijo Martha—. Creíste que mamá lo
decía en serio. Y yo también, hasta que papá murió y vi que lo único que quería era
librarse de nosotras: colocó a Lettie donde conocería a muchos hombres y se casaría
pronto, y a mí me mandó lo más lejos que pudo. Estaba tan enfadada que pensé que
valía la pena intentarlo. Hablé con Lettie y, como ella estaba igual de enfadada, nos
pusimos de acuerdo. Ahora estamos satisfechas. Pero las dos nos sentimos mal por ti.
Eres demasiado lista y buena para pasarte el resto de tu vida encerrada en esa tienda.
Hemos hablado de ello, pero no sabemos qué hacer.
—Estoy bien —protestó Sophie—. Tan solo es un poco aburrido.
—¿Que estás bien? —exclamó Martha—. Sí, claro, y por eso no has venido a
verme durante meses y cuando por fin apareces es con un horrible vestido gris y con
ese chal. ¡Parece que hasta yo te doy miedo! ¿Qué te ha hecho mamá?
—Nada —dijo Sophie incómoda—. Hemos estado muy ocupadas. No hables así
de Fanny, Martha. Es tu madre.
—Sí, y yo me parezco a ella lo bastante para entenderla —replicó Martha—. Por
eso me mandó tan lejos, o al menos lo intentó. Mamá sabe que para explotar a
alguien no hace falta portarse mal con él. Ella sabe lo obediente que eres. Sabe que
tienes esa idea metida en la cabeza de que vas a ser un fracaso por ser la mayor. Y te
ha manejado perfectamente y ha conseguido que trabajes como una esclava para ella.
Seguro que ni siquiera te paga.
—Todavía soy aprendiza —protestó Sophie.
—Y yo también, pero recibo un salario. Los Cesari saben que lo valgo —dijo
Martha—. La sombrerería está ganando una fortuna, Sophie. ¡Y todo gracias a ti! Tú
hiciste el sombrero verde con el que la mujer del alcalde parece una colegiala, ¿a que
ESTÁS LEYENDO
EL CASTILLO AMBULANTE
Teen FictionEste libro es para Stephen. La idea de este libro me la dio un chico durante la visita a un colegio, cuando me pidió que escribiera un libro llamado EL CASTILLO VIAJERO. Apunté su nombre y lo guardé en un lugar tan seguro que no he podido Encontr...