-¡Ay, señor! -exclamó Sophie-. ¡Y él que me ha enviado a decirle justo lo
contrario!
-Y eso es lo que ha hecho usted -dijo el Rey, acercando su silla un dedo hacia
Sophie-. Permítame que sea igual de franco que usted. Señora Pendragon, necesito
urgentemente que vuelva mi hermano. No es solo que le tenga cariño y que lamente
la discusión que tuvimos. Ni siquiera es por que haya ciertas personas que
murmuran que yo mismo lo despaché, lo cual cualquiera que nos conozca sabe que
es una auténtica estupidez. No, señora Pendragon. La verdad es que mi hermano
Justin es un general brillante y ahora que Alta Norlandia y Estrangia están a punto
de declararnos la guerra, no puedo prescindir de él. Y además, la bruja también me
ha amenazado a mí. Ahora que todos los informes confirman que Justin se dirigió al
Páramo, estoy seguro de que la bruja tenía intención de privarme de él cuando más
lo necesitaba. Creo que se llevó al mago Suliman como cebo para capturar a Justin.
De lo que se deduce que necesito a un mago inteligente y sin escrúpulos para
recuperarlo.
-Howl saldrá corriendo -le advirtió Sophie al Rey.
-No -dijo el Rey-. No creo. Me lo dice el hecho de que la haya enviado a
usted. Lo hizo para mostrarme que era demasiado cobarde como para que le importe
lo que yo piense de él, ¿no es cierto, señora Pendragon?
Sophie asintió. Deseó poder recordar los sutiles comentarios de Howl. El Rey los
hubiera entendido.
-No es una acción propia de un hombre vanidoso -dijo el Rey-. Pero nadie lo
haría a no ser que fuese el último recurso, lo que me demuestra que el mago Howl
hará lo que le pido si le dejo claro que su último recurso ha fallado.
-Yo creo que podría estar interpretando... esto... débiles insinuaciones donde no
las hay, Su Majestad -dijo Sophie.
-A mí me parece que no -dijo el Rey con una sonrisa. Sus facciones
ligeramente vagas se habían reafirmado. Estaba seguro de tener razón-. Señora
Pendragon, dígale al mago Howl que a partir de ahora le nombro Mago Real, y es
Nuestro Real Mandato que encuentre al príncipe Justin, vivo o muerto, antes de que
termine el año. Ahora tiene permiso para irse.
Extendió la mano hacia Sophie, igual que había hecho la señora Pentstemmon,
pero no tan majestuosamente. Sophie se levantó, sin saber si debía besarle la mano o
no. Pero como de lo que de verdad tenía ganas era de levantar su bastón y pegarle al
Rey con él en la cabeza, decidió estrecharle la mano y hacer una pequeña reverencia.
Pareció ser lo correcto. El Rey le dirigió una sonrisa amistosa mientras ella se alejaba
cojeando hacia las puertas.
-¡Maldición! -murmuró para sí. No solo había logrado exactamente lo que
Howl quería evitar, sino que ahora trasladaría el castillo a mil millas de distancia.
Lettie, Martha y Michael serían todos desgraciados y para colmo de males sin duda
habría torrentes de fango verde-. Eso me pasa por ser la mayor -murmuró
mientras empujaba las pesadas puertas-. ¡Así es imposible hacer nada bien!
Y además había otra cosa que había salido mal. Debido a su enfado y
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EL CASTILLO AMBULANTE
Roman pour AdolescentsEste libro es para Stephen. La idea de este libro me la dio un chico durante la visita a un colegio, cuando me pidió que escribiera un libro llamado EL CASTILLO VIAJERO. Apunté su nombre y lo guardé en un lugar tan seguro que no he podido Encontr...