capítulo 1 parte 5

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—Parecen hechos el uno para el otro. Alguien debería organizarles una cita—le
dijo al sombrero que estaba adornando en ese momento.
Pero a finales de mes, todos los chismes de la tienda se centraron de repente en
Lettie. Al parecer, Cesari estaba lleno de caballeros de la mañana a la noche, todos
comprando grandes cantidades de pasteles y exigiendo ser atendidos por Lettie. Ya
había recibido diez propuestas de matrimonio, que iban, en orden de importancia,
desde el hijo del alcalde hasta el barrendero, y las había rechazado todas alegando
que todavía era demasiado joven para decidirse.
—Me parece algo muy sensato por su parte —le comentó Sophie a un bonete que
estaba forrando con seda.
A Fanny la alegraron aquellas noticias.
—¡Sabía que le iría bien! —dijo contenta. A Sophie se le ocurrió que a Fanny le
alegraba no tener a Lettie cerca.
—Lettie es terrible para el negocio —le dijo al bonete, frunciendo la seda color
champiñón—. Ella conseguiría que incluso, viejo y desaliñado, parecieras elegante.
Pero las demás miran a Lettie y se desesperan.
Sophie hablaba cada vez más con los sombreros a medida que pasaban las
semanas. No tenía a nadie más con quién hablar. Fanny se pasaba casi todo el día
fuera, haciendo negocios o intentando conseguir más clientas y Bessie estaba ocu-
pada atendiendo y contándole a todo el mundo sus planes de boda. Sophie tomó por
costumbre colocar los sombreros en sus hormas de madera cuando los terminaba,
donde quedaban como una cabeza de verdad, y siempre hacía una pausa para
decirle a cada uno cómo sería el cuerpo que le correspondería. Solía halagar al
sombrero un poco, porque a los clientes hay que engatusarlos.
—Posees un atractivo misterioso —le dijo a uno cubierto con un velo de brillos
ocultos. A una pamela ancha de color crema con rosas bajo el ala le dijo—: ¡Vas a
tener que casarte con un rico! —y a otro sombrero de paja de color verde manzana
con una pluma verde y rizada le dijo—: Eres tan joven como una hoja de primavera.
A los bonetes rosas les decía que eran dulces y encantadores y a los sombreros
elegantes adornados con terciopelo que eran ingeniosos. Y al bonete color
champiñón le dijo:
—Tienes un corazón de oro y alguno de buena posición lo verá y se enamorará de
ti —aquello lo dijo porque sentía lástima de aquel bonete en particular. Parecía tan
remilgado y tan soso.
Al día siguiente llegó a la tienda Jane Farrier y lo compró. Era cierto que tenía el
pelo un poco raro, pensó Sophie observándola desde su alcoba, como si se lo hubiera
enrollado en unas tenazas. Era una pena que Jane hubiera escogido aquel bonete.
Para entonces todo el mundo venía a la tienda a comprar. Tal vez fuera la promoción
de Fanny o tal vez que se acercaba la primavera, pero era evidente que el negocio de
los sombreros iba en aumento. Fanny empezó a decir, con tono un poco culpable:
—Creo que no debería haberme dado tanta prisa en colocar a Martha y a Lettie.
Podríamos habernos arreglado.
Cuando abril se iba acercando a la fiesta de mayo, había tantos clientes que

EL CASTILLO AMBULANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora