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Volvieron a llamar. «¡Esto pasa siempre que me quiero marchar!», pensó Sophie.
Giró el pomo hacia el naranja y abrió la puerta.
En el camino, más allá de las estatuas, había un carruaje tirado por un par de
caballos con buena planta. Sophie lo vio por detrás de un criado enorme, que era
quien había llamado a la puerta.
-La señora Sacheverell Smith viene a visitar a los nuevos ocupantes -dijo el
criado.
«¡Qué extraño!», pensó Sophie. Aquello era el resultado de la pintura y las
ventanas nuevas de Howl.
-No estamos en ca... -empezó a decir. Pero la señora Sacheverell Smith echó a
un lado al criado y entró.
-Espera en el carruaje, Theobald -le dijo mientras pasaba junto a Sophie,
cerrando su sombrilla.
Era Fanny, Fanny con un aspecto maravillosamente próspero vestida de seda
color crema. Llevaba un sombrero del mismo color adornado con rosas que Sophie
recordaba perfectamente. También se acordaba de lo que había dicho al adornarlo:
«¡Vas a tener que casarte con un rico!». Y por lo que veía, eso era exactamente lo que
había hecho Fanny.
-¡Cielo santo! -dijo Fanny, mirando alrededor-. Debe de haber un error.
¡Estos son los aposentos de los criados!
-Bueno... esto..., la verdad es que no estamos instalados todavía, señora -dijo
Sophie, y se preguntó cómo se sentiría Fanny si supiera que la vieja sombrerería
estaba justo al otro lado del armario de las escobas.
Fanny dio media vuelta y miró a Sophie con boca abierta:
-¡Sophie! -exclamó-. Dios mío, chiquilla, ¿qué te ha pasado? ¡Parece que
tienes noventa años! ¿Has estado muy enferma? -y para sorpresa de Sophie, Fanny
arrojó a un lado el sombrero, la sombrilla y sus modales de gran señora y la abrazó
llorando-. ¡Ay, no sabía qué había sido de ti! -lloró-. Fui a hablar con Martha y le
pregunté a Lettie y ninguna de las dos sabía nada. Se habían cambiado de sitio, las
muy pillas, ¿te habías enterado? ¡Pero nadie sabía nada de ti! Incluso ofrecí una
recompensa. ¡Y aquí estás, de criada cuando podrías estar viviendo como una reina
ahí al lado conmigo y el señor Smith!
Sophie se dio cuenta de que ella también estaba llorando. Dejó su hatillo a toda
prisa y llevó a Fanny hasta la silla. Ella cogió el taburete y se sentó a su lado, dándole
la mano. Las dos reían y lloraban al tiempo. Estaban encantadas de volver a verse.
-Es una historia muy larga -dijo Sophie cuando Fanny le preguntó por sexta
vez qué le había pasado-. Cuando me miré en el espejo y me vi así, me llevé un
susto tan grande que me marché...
-Demasiado trabajo -dijo Fanny apenada-. ¡Qué culpable me he sentido!
-No, no es verdad -dijo Sophie-. Y no debes preocuparte, porque el mago
Howl me acogió...
-¡El mago Howl! -exclamó Fanny-. ¡Ese hombre tan malvado! ¿Es él el que te
ha hecho esto? ¿Dónde está? ¡Déjame que le dé su merecido!

EL CASTILLO AMBULANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora