Capítulo 7

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Había llegado el momento. 

Era tarde en la noche, la mayoría de los sirvientes de la mansión ya estaban próximos a irse a dormir. 

Amber esperó hasta que la jefa de sirvientas estuviera sola para acercarse a hablar con ella.

"Señora Thomas, tengo algo de lo que hablar con usted"

La mujer de mediana edad frunció el ceño y ordenó fríamente que la siguiera a una habitación.

La jefa de sirvientas reconoció a esta criada, ella había sido ascendida de puesto hace muy poco.

Cuando preguntó la razón al mayordomo, este dijo que Amber Vilches era una criada cuidadosa y capaz.

La jefa de sirvientas sabía que Albert, el mayordomo, nunca antes había hablado por una criada, así que sospechaba que el hombre mantenía una relación de amantes con Amber.

Así que ahora, verla le producía cierta repulsión, sobre todo porque en su primer día en el nuevo puesto se aprovechó de sus privilegios para reportarse enferma y faltar.

Habría querido correrla del ducado por esto, pero prefería evitar problemas con el mayordomo, por qué sabía que este estaba del lado bueno del duque.

"Dilo rápido, no tengo tiempo" dijo fríamente la mujer

"De acuerdo, seré breve. -Respondió Amber con nerviosismo- Hace poco me ascendieron a un puesto que no creo merecer, nunca hice nada digno de ese ascenso y me siento mal de aceptar algo injusto. Lo he pensado bien y me arrepiento de haberlo aceptado sin tomar en cuenta mis capacidades"

La jefa de sirvientas se sorprendió al escucharla, rechazar el puesto por el que muchas de las criadas harían cualquier cosa con tal de obtenerlo. Y decidió ponerla a prueba.

-¿Esto es acaso alguna clase de treta para buscarme problemas? O ¿Ella está siendo amedrentada para dimitir?-

"Entonces, ¿A quién recomiendas para que tome el puesto?" Preguntó con cierto aire burlón.

Amber mencionó cuidadosamente a muchas criadas que tenían buenas habilidades y experiencia, pero sobre todo un aspecto parecido al de ella.

Con un poco de suerte, alguna de ellas sería elegida para suplantarla en el puesto, y el duque, que hasta ahora solo la había visto desde lejos, la confundiría con la joven.

Entonces, si el duque no perdía el interés, esa chica, era casi seguro que sí aceptaría ser la amante del duque.

La jefa de sirvientas, en el pasado, había sido una dama de compañía para su alteza, la princesa, mayormente por su gran capacidad de deducción.

Así que solo necesito unir algunos puntos para llegar a una hipótesis, puntos como la extraña renuencia de la chica al puesto anhelado por muchas y la sugerencia que hizo Amber de chicas parecidas a ella en el color de cabello y complexión.

"Entiendo. Espera aquí hasta que te llame" ordenó y salió de la habitación. Regresando un poco después con la duquesa, quien llegó cubierta con una capucha.

"¡...!"

Amber palideció, pero aun así hizo una reverencia perfecta, saludando, y luego se puso de rodillas ante su señora.

¿Qué había salido mal? ¿Por qué la jefa de sirvientas había traído aquí a la duquesa? Tal vez hablar con la señora Thomas había sido un error después de todo.

"Escuché que no deseas trabajar limpiando las habitaciones de mi esposo. ¿Es eso cierto?" Preguntó la duquesa con arrogante indiferencia

"Es cierto" respondió ella sin atreverse a levantar la mirada

"La razón"

El sudor frío corría por la frente de Amber, y en su pecho su corazón bombeaba desbocado, pero intentó no mostrar su miedo.

"Yo no poseo las suficientes calificaciones para el puesto"

"Mhhmm... Entonces, ¿A dónde deseas que se te envíe a trabajar?"

Amber levantó el rostro, sorprendida, para bajarlo nuevamente de inmediato, temerosa

"Agradecería si fuera a las cocinas"

La duquesa pareció meditarlo un poco, mientras la observaba detenidamente, de arriba a abajo, juzgándola, antes de volver a hablar

"¿Ahí? Nadie quiere ir ahí porque el trabajo es demasiado pesado"

Amber pego la frente al suelo en señal de súplica y habló apretando los ojos

"Por favor, permítalo, su alteza"

La duquesa sonrió complacida

"Eres una chica inteligente. -Y dirigiéndose a la jefa de sirvientas ordenó- Hazlo posible"

"Sí, mi señora"

Contestó la jefa de sirvientas. 


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Esa noche, Amber tuvo una pesadilla llena de caos, una terrible pesadilla que la hizo despertar bañada en sudor. Pero que al abrir los ojos ya no pudo recordar en absoluto. 


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A la mañana siguiente.

Amber se despertó con una sonrisa, se lavó y se puso el uniforme.

Habitualmente era a Jen a quien solía acudir para que le ayudara a atar su cabello, pero esta vez quería hacerlo ella misma.

Hoy cambiaría la trenza hermosamente tejida que había usado durante cinco años, por una coleta alta.

De esa manera, y con algo de suerte, si el duque, el cual únicamente la había visto desde lejos, se topaba con ella por casualidad, no la reconocería como la sirvienta que solía jugar en el jardín con su hijastro.

Amber realmente esperaba en su corazón, que el duque fuera ciego y no pudiera distinguirla de otras chicas. Tal vez era una esperanza inútil, pero necesitaba creerlo desesperadamente para poder mantener el valor de quedarse en la mansión.

Lo sucedido la noche anterior, al pedir el cambio, había ido mejor de lo que había imaginado.

No solo fue trasladada para trabajar en las cocinas, como había solicitado, un lugar donde no podría toparse con el duque fácilmente; sino que ahora, la duquesa parecía tener ciertas sospechas y estaría más alerta a los movimientos de su esposo.

Amber había tenido mucha suerte de que la duquesa no la hubiera matado anoche.

Así que, de ahora en adelante, tan solo debía tener cuidado y todo iría bien.




El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora