Capítulo 16

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Desde que Amber le había traído aquel libro, Maximilian había estado practicando su magia con gran dedicación, pero aún no obtenía ningún tipo de resultado. 

Y una gran tristeza se hizo presente, pues no podía evitar sentirse frustrado y temeroso de decepcionar a Amber. Tan solo de pensarlo le dolía el pecho. 

 Además, ella había llegado tan herida ese día, pero él no solo no había podido protegerla, sino que tampoco pudo averiguar la razón. Y Amber se había negado categóricamente a decirle quién la había lastimado. 

Así que él solo pudo culparse a sí mismo por ser tan débil y pequeño ahora.

"La han herido por mi culpa... es porque no he podido protegerla, por qué no tengo ningún poder"

Se repetía el chico una y otra y otra vez, cada que fracasaba. Todo su esfuerzo parecía tan inútil, simplemente no podía sentir el maná, y mucho menos hacer magia.

No importaba que hubiera memorizado todos los hechizos dibujados en el libro, las fórmulas mágicas y los encantamientos. 

Estos de nada le servirían a un "producto defectuoso" como lo era él.

Amber había notado la tristeza que manifestaba el chico cada vez que iba a verlo por las tardes, a pesar de que Maximilian se esforzaba por sonreír. No quería que se sintiera de esa manera, no lo estaba haciendo aprender magia para esto. 

Si iba a sentirse tan miserable, preferiría que dejara la magia de lado. Pero... era inevitable, esto estaba relacionado con su supervivencia, no podía simplemente pedirle que dejara de intentarlo. 

Estuvo pensando en cómo ayudarlo esta vez, intentando recordar claves que hubiera visto en la novela, y luego otras cosas de su vida anterior. 

Intentar recordar siempre le causaba un gran dolor de cabeza, pero logró traer a su memoria algo que vio en una gran pantalla de un cine, en una película popular, el mago podía usar su magia imaginándola. 


La noche siguiente y luego de terminar su trabajo en las cocinas, Amber le contó a Maximalin todo lo que recordaba a modo de un cuento para dormir, sobre aquel mago en la película. 

"Amber, ¿realmente será tan fácil hacer magia?" Preguntó el chico, recostado en la cama y cobijado hasta el cuello

"Debe ser. Cuando uno cree que puede, entonces se hará realidad. Solo... Cierra los ojos e imagina que la magia sale de tu mano mientras recitas el hechizo y ocurre la magia"

Amber creía que Maximilian no necesitaba saber que a veces, aunque uno crea y se esfuerce, hay cosas que no serán posibles. No estaba mal "maquillar" un poco la realidad para un chico tan bueno y que había sufrido tanto a lo largo de su vida.

Pero Maximalian se burló en su corazón al escucharla. 

Amber era más crédula de lo que había imaginado, pensó.

-Ya que es así, entonces queda en mí hacer posible lo imposible por ella. Para que así jamás se entristezca-

Aunque no creía en su "técnica", aun así lo intentó a su manera, tan solo quería hacerla feliz. Pero entonces pudo sentir un ligero cosquilleo en la punta de sus dedos y se apresuró a abrir los ojos, sorprendido. 

La magia no funcionó, pero la sensación nueva lo dejo intrigado. 

Esa noche, Maximalian no durmió luego de que Amber se retiró, sino que permaneció en vela intentando hacer magia una y otra vez usando esta técnica de imaginar la magia. 



Por la mañana, en cuanto Amber abrió los ojos, y para su sorpresa, se topó con la carita emocionada de Maximilian, quien le sonreía magníficamente frente a ella

"¡Mira, mira! ¡Lo he logrado, Amber!" Expresó emocionado y dando pequeños saltitos se dirigió al centro de la habitación.

Cuando se aseguró de que la joven se había sentado y lo estaba observando atentamente, Maximilian levantó ambas manos, de cuyas palmas salieron luces de colores hacia el techo y estas, una vez que lo tocaron, se transformaron en pequeñas estrellas brillantes que caían lentamente como si fuera nieve, formando un espectáculo de ensueño, uno que era tan hermoso como conmovedor.

Amber se quedó atónita cuando vio aquello, esta era la primera vez que veía magia real en ambas vidas. Y sin darse cuenta sonrió, y se levantó para felicitar al chico, emocionada, acariciando su suave cabello

"¡Muchas felicidades, mi joven amo! Realmente lo logró"

El rostro de Maximilian enrojeció y dijo tímidamente

"Todo es gracias a tu truco Amber, todo te lo debo a ti"

"No, mi señor. Este es tu logro, fruto de tu esfuerzo constante y de no darte por vencido. Siempre que desees algo puedes tenerlo siempre y cuando lo intentes lo suficiente. ¿Ves? No te mentí"

Amber dio quiso aprovechar esta oportunidad para cultivar la perseverancia en su joven señor, como parte de una autoestima saludable, mientras continuaba viendo el espectáculo de las pequeñas estrellas brillantes, encantada.

Maximilian se sorprendió por estas palabras. 

"¿De verdad? ¿Todo lo que quiera?" Preguntó el chico con asombro, como si esta nueva perspectiva le abriera los ojos a un mundo desconocido y fascinante.

Ella asintió.

"¿Incluso un ser como yo puedo lograr algo tan grandioso?"

"Sí, por supuesto"

La seguridad con la que se lo dijo y sonrisa en el rostro de la joven sirvienta terminó por convencer a Maximilian y su corazón se llenó de gozo y del anhelo hacia el futuro.


Al ir a trabajar a las cocinas, Amber estaba de muy buen humor.

Esta vez su joven amo podría ingresar a la academia sin tener que depender del dolor más extremo para despertar su magia. 

Y si algo malo estaba por sucederle, gracias ese loco duque, ella podría escapar y Maximilian tendría una salida para sobrevivir entrando a la academia antes.

Amber al fin podía dejar ir una de las más grandes preocupaciones en su corazón. 

Aunque, desde luego, no planeaba dejar solo a Maximilian hasta que no tuviera otra opción.






El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora