En el estudio del Duque.
Este volvió, luego de desayunar con la Duquesa, y vio a su Amber con aquel vestido color limón con el que la había visto cada vez que salía.
Duncan había investigado la situación familiar de su amada, la primera vez que intentó convertirla en una criada a su servicio, así que conocía su situación perfectamente.
Las condiciones desiguales en las que creció, las deudas de juego de su padre y el derroche en lujos de su madre, así como también, la tragedia que le ocurrió a su hermana pequeña. Y como estos padres le habían exigido cada moneda de su salario en los últimos cinco años, haciendo uso de engaños.
Así que sabía que la joven no tendría mucho para vestir.
Pero ahora lo tenía a él para protegerla y cuidarla.
Poco a poco, con la excusa de que ahora Amber representaba su dignidad, iría ataviándola con hermosos vestidos y joyas lujosas.
También le haría llevar la vida de mimos que su amada siempre había merecido.
Por eso también planeaba llevarla mañana a su compromiso con el Barón. Y luego hablar de "cuán avergonzado estaba por su vestimenta", a la Duquesa ya no le importaría si por la tarde llevaba a su nueva asistente a comprar ropa adecuada.
Duncan le sonrió a Amber y le pidió que se sentara.
La joven obedeció y se sentó frente al Duque, pero no lo miró.
En ese momento, Mily entró empujando un carrito con té y galletas, pedido con anticipación por el Duque, y miró con resentimiento a Amber.
Ni ella ni Kara se esperaban que, de pronto, la peor de las tres sería ascendida inexplicablemente. Ambas se habían enterado temprano por la mañana.
Kara estaba muy molesta.
Ayer apenas había hablado por Amber frente a la Duquesa, solo porque creyó que su alteza la despediría por su ineptitud. Quien imaginaria este resultado.
Duncan ordenó a Mily que saliera luego de servir las tazas, y esta se retiró, cerrado la puerta tras de sí.
Amber toco la daga por sobre la tela de su falda, inconscientemente.
La había ocultado ahí cuando se había cambiado de ropa porque creyó que huiría en ese preciso momento. Ahora estaba tan feliz de haberlo hecho.
El primero en romper el silencio fue Duncan
"Espero que el té sea de tu agrado, elegí especialmente uno con el sabor más suave que suele gustarle a las mujeres"
"..."
La joven frente a él solo asintió en respuesta, pero no probó el té, lo que lo hizo sentir un poco infeliz. Sin embargo, Duncan lo ocultó casi de inmediato.
Estaba bien, no esperaba que todo se desarrollara como él quería desde un principio
"Ya no eres más una simple criada, eres mi ayudante personal, así que espero poder trabajar juntos y llevarnos bien durante muchos años. Ahora que tendrás que acostumbrarte a tu nueva identidad, si tienes alguna duda o problema puedes acudir a mí en cualquier momento"
"..."
De nuevo, ella asintió, pero no hubo otra respuesta.
Duncan suspiró y le dio otro trago a su té, descubriendo que este ahora sabía especialmente amargo y las galletas, que antes se veían apetitosas, ahora ya no lo eran tanto.
Y la sonrisa en sus labios desapareció.
Todo era debido a su estado de ánimo.
-Está bien- Se repetía -Tendremos mucho tiempo para llevarnos mejor-
Y tal pensamiento le hizo recuperar la sonrisa a medias.
"Respóndeme, Amber. De ahora en adelante no puedes quedarte callada, cada vez que te hable, tendrás que responderme y mirarme a los ojos. ¿De acuerdo?"
"Sí, su excelencia"
Él esperaba su respuesta, y al obtenerla la miró complacido.
El Duque, había hecho, más temprano, que acomodaran otro escritorio en ángulo recto al suyo, este era para Amber. De manera en que por fuerza tuvieran que sentarse cerca uno del otro.
Así que, fingiendo que todo se trataba de ser profesional, la condujo a su asiento y le paso su libro contable privado, el cual incluía todos sus gastos.
"Revísalo primero, y pregúntame si hay algo que no entiendas"
"Sí, su excelencia"
*Tic tac - tik tac*
El reloj de péndulo en la pared era lo único que se podía escuchar en toda la habitación.
Ella sabía perfectamente que a estas horas el Duque no estaría en su estudio, pero ahora, con la excusa de permitirle familiarizarse con el trabajo, pasarían juntos la mayor parte del día.
Amber fingía ver el libro contable, pero en realidad estaba muy atenta a los movimientos del Duque, quien, se limitaba a mirarla y a respirar profundamente cerca de ella.
Hasta que, luego de unas horas, parecía ansioso por ir más lejos, y comenzó a buscar tener un contacto accidental .
Ya sea pretendiendo estirarse, o tomando algo que estuviera cercano a ella. Y cuando de esta manera no lo consiguió, se levantó, poniéndose detrás de ella, con la excusa de explicarle algún concepto del libro contable por iniciativa propia.
Amber no creía poder continuar soportando esto, así que a propósito derribó un montón de papeles de su escritorio, buscando una excusa para levantarse y recogerlos, lejos de él.
Pero, en el momento en el que ella se levantó, él la sujetó por el brazo y la interrogó
"¿Qué estás haciendo?"
"Debo recoger lo que acabo de tirar, su excelencia"
Contestó ella, intentando hacer que la soltara, pero la fuerza del hombre la superaba.
Duncan podía sentir vagamente que el cuerpo de la joven temblaba y había un rastro de miedo en su voz.
Sabía que su comportamiento sinvergüenza podía ser notado por ella, asustándola y enojándola, pero es que había estado tan encantado de tenerla tan cerca que fue impulsivo e imprudente, comportándose como todo un patán.
Hoy, cuando se despertó, se dijo a sí mismo que sería paciente, pero en cuanto ella estuvo a su alcance, él mismo había roto su propia determinación tan fácilmente.
Al parecer, frente a la mujer que ama, su fuerza de voluntad era tan frágil.
Ahora ella debería de estar muy molesta con él, por eso había empujado apropósito los papeles que estaban sobre la mesa, para expresar su estado de ánimo.
Duncan sabía que debía dejar de actuar de esta manera hasta que ella lo aceptara. Después de todo, él realmente la amaba y quería una relación seria con ella.
Por ello planeaba pedirle disculpas.
Cuando la sujeto no tenía otras intenciones, tan solo decirle que, de ahora en adelante, ya no necesitaba recoger o limpiar nada. Que dejara esta clase de tareas a las criadas.
Pero Amber intentó hacer que la soltara desesperadamente, sin importarle que se estuviese haciendo daño mientras forcejeaba.
Ella siempre lo evitaba como si él fuera la peste, hiriendo su orgullo.
ESTÁS LEYENDO
El regreso de la extra
RomanceAmber Vilches, luego de recordar su vida como Han Ji-a, se da cuenta de que tan solo es una extra dentro de una novela, un personaje que únicamente sirvió para marcar de manera trágica la infancia del villano, Maximilian Arges. Un desafortunado vill...